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Mictlantecuhtli, el dios mexica de la muerte

Mictlantecuhtli es quien nos espera al final de este largo camino

Mictlantecuhtli, el dios mexica de la muerte

Con la llegada de los españoles al continente americano se perdieron muchas tradiciones de nuestros pueblos originarios, y la evangelización jugó un papel relevante en ese ‘olvido’.

Sin embargo, también el llamado sincretismo religioso fue clave para que el culto a dioses prehispánicos no quedara totalmente enterrado, al grado que hoy en día muchos nombres del panteón mesoamericano siguen resonando con fuerza.

Tal es el caso de Mictlantecuhtli, quien es el señor de la oscuridad en la tradición mexica, guardián de la oscuridad, y encargado de recibir a quienes mueren de forma natural.

Mictlantecuhtli, el dios mexica de la muerte

El señor de las sombras

Mictlantecuhtli, creado por Huitzilopochtli y Quetzalcóatl en el Omeyocan, surgió porque era necesario tener un señor de la muerte para que las personas le dieran un valor a la vida. Aún así, ‘el señor de la mansión de los muertos’ también es dador de vida.

Y como toda deidad, a lo largo de Mesoamérica fue recibiendo diversos nombres; Ixtupec (rostro quebrado), Sextepehua (esparcidor de cenizas) y Tzontemoc (el que baja la cabeza).

Este último nombre tal vez describa muy bien el cómo llegan las personas al Mictlán; este espacio, al estar bajo tierra, las personas deben agacharse o en dado caso arrojarse.

Aunque con la Conquista los españoles trataron, junto con algunos evangelizadores, de dar un giro a la imagen de Mictlantecuhtli y el Mictlán con el infierno y el diablo católico, la realidad es que esto fue bastante errado.

Mictlantecuhtli, el dios mexica de la muerte

Lugar de descanso

El Mictlán en realidad es la morada de los muertos, donde llegan los descarnados; no es un lugar de tormentos. Incluso la luz del sol llega cuando este desaparece en el horizonte, momento donde los difuntos se levantan de su sueño.

Aunque no todos llegan a los dominios de Mictlantecuhtli; las madres que murieron dando a luz y los guerreros van a la morada del Sol, donde después de cuatro años pueden volver como colibríes para alimentarse del néctar de las flores.

Al Tlalocan llegan quienes murieron ahogados o a consecuencia de un rayo, donde reina Tlaloc; mientras que los niños que nacen muertos o sin haber probado alimentos sólidos, se dirigen al Chichihuahuauco.

Ahí, un árbol nodriza, cuyos frutos tienen la forma de mamas, los alimentará por la eternidad.

Al final, la vida solo es un escalón más para llegar a este inevitable destino. Más vale estar preparados, pues sin importar nuestro estatus, sexo o religión, Mictlantecuhtli nos estará esperando.

 

Para saber más, visita UNAM Global.


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