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200 años del Plan de Iguala, pieza clave en la Independencia de México

200 años del Plan de Iguala, pieza clave en la Independencia de México

Considerado por investigadores como el origen del Estado mexicano, el documento de 1821 fue pieza clave para la consumación del movimiento independentista, pues promovió la reconciliación de una Nueva España sumida en guerra civil desde hacía 11 años. 

El 16 de septiembre es cuando todos los mexicanos celebran la Independencia nacional. Pero en esa fecha de 1810 tuvo lugar sólo el inicio de la guerra encabezada por el cura Miguel Hidalgo. El episodio fundamental para consumar ese movimiento independentista y sentar las bases para el Estado mexicano no ocurrió sino hasta 11 años después, un 24 de febrero, con la proclama del “Plan de Iguala”. 

El presidente Andrés Manuel López Obrador quiso tener de invitado distinguido para conmemorar los 200 años de ese suceso histórico al presidente de Argentina, Alberto Fernández.    

“El Plan de Iguala tuvo la virtud de saber dar salida a las aspiraciones de los distintos sectores sociales que formaban la Nueva España, y ofrecer una salida política, negociada, que ponía fin a la guerra y que proponía una especie de reconciliación nacional sobre la base de la Independencia”, dice en entrevista con France 24 el director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Felipe Ávila Espinosa.  

Para 1820 –apunta el doctor en historia por El Colegio de México– la Nueva España estaba sumergida en una guerra a la que no se le veía fin, la sociedad estaba exhausta y la boyante economía, que era de las más importantes del mundo, basada en la extracción de plata, estaba colapsada. 



Los insurgentes mantenían vivo el ímpetu independentista en la región denominada El Sur, comandados por Vicente Guerrero, heredero de la lucha que iniciaron Miguel Hidalgo y José María Morelos. 

Para combatir a Guerrero fue enviado Agustín de Iturbide, coronel del ejército realista. Pero luego de años de haber batallado con los alzados, Iturbide, consciente de que le llevaría mucho tiempo tratar de derrotar a Guerrero –considera Ávila–, decide sumarse a la causa independentista y comienza un intercambio epistolar con el líder militar en el sur a fin de alcanzar un acuerdo que derive en el fin del conflicto y, sobre todo, en la Independencia de la Nueva España. 

El acuerdo alcanzado se plasma en el Plan de Iguala, que da sustento a la creación del Ejército de las Tres garantías o Trigarante (religión, independencia, unión). 

Para José Luis Soberanes, en su libro Una historia constitucional de México, editado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Plan de Iguala fue “el instrumento normativo que fundamentó el actuar del Ejército Trigarante hasta la consumación de la independencia, así como el quehacer público de las autoridades nacionales durante más de los dos años siguientes a la emancipación.

Por todo ello, el Plan de Iguala es la causa formal del Estado mexicano, o sea, el origen del Estado mexicano”. 

En su discurso en la sesión solemne del Senado de la República, el 23 de febrero de 2021, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, señaló que hoy es momento de alzar la voz para cambiar el mundo y las injusticias de un sistema que propicia la desigualdad.

En ese sentido, apuntó que, con la conmemoración del Plan de Iguala, a 200 años de su consumación, los mexicanos “estarán recordando a esos hombres que fueron capaces de levantarse y de darle la libertad a México, la independencia y la autonomía. Y tal vez ellos en aquel momento habrán dudado, como nosotros, en cómo hacerlo, pero tuvieron el coraje y la valentía de hacerlo”. 

Aprovechar la coyuntura 

 

Para el historiador Felipe Ávila, la madurez y olfato político que tuvieron Iturbide y Guerrero para reconocer y saber aprovechar la coyuntura fue fundamental para el éxito del movimiento.  

“Se presentó una coyuntura favorable con la restauración de la Constitución de Cádiz. Después de que Fernando VII la hiciera a un lado en 1814 y restableciera el absolutismo, en 1820 hubo un movimiento militar que obligó al monarca español a restablecer la Constitución y a convocar a Cortes. Eso tuvo repercusiones en la Nueva España y en las otras colonias españolas. Tanto Iturbide como Guerrero vieron esa coyuntura favorable”, apunta en entrevista. 

Otra coyuntura importante para el triunfo del Plan de Iguala, indica José Luis Soberanes en el libro citado párrafos arriba, es que en la capital del virreinato se había producido un golpe de Estado en que se depuso a Ruiz de Apodaca, el 5 de julio de 1821, y la posterior llegada a Veracruz del nuevo virrey, Juan de O’Donojú, “quien dada su personal ideología liberal y ante el panorama en favor de la independencia en el antiguo virreinato, no tuvo más remedio que firmar, el 24 de agosto, en la villa de Córdoba, el Tratado que lleva su nombre, según el cual reconocía, a nombre de España, la independencia del ‘Imperio mexicano’”.  

Pero no fue sino hasta el 7 de septiembre de 1821, cuando el ejército español firmó el armisticio mediante el cual se rendía frente a las tropas del Plan de Iguala.  

La reconciliación  

 

José Luis Soberanes, miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III y ex presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, apunta en su texto que el objetivo de Guerrero e Iturbide en el Plan de Iguala era alcanzar la independencia a través del reconocimiento de la igualdad de todos los habitantes del territorio novohispano –fuera castas o distinciones por origen étnico o racial–, es decir, la reconciliación.  

Y, además –por lo cual se le considera conservador– se planteaba garantizar el respeto a los fueros y privilegios de los ministros de culto, así como el respeto a la propiedad. 

“Españoles europeos: vuestra patria es la América, porque en ella vivís; en ella tenéis a vuestras amadas mujeres, a vuestros tiernos hijos, vuestras haciendas, comercio y bienes. Americanos: ¿quién de vosotros puede decir que no desciende de español? Ved la cadena dulcísima que nos une: añadid los otros lazos de la amistad, la dependencia de intereses, la educación e idioma y la conformidad de sentimientos, y veréis son tan estrechos y tan poderosos, que la felicidad común del reino es necesario la hagan todos reunidos en una sola opinión y en una sola voz”, se lee en la proclama de Iguala.

Reconciliación e independencia. Una independencia que –destaca Felipe Ávila– tiene un gran impacto en América Latina, en tanto que fue una auténtica revolución popular. 


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