Hoy es un día importante para la política estadounidense, y la global también, pues 240 millones de ciudadanos del país norteamericano acudirán a las urnas para decidir quién será el líder de la nación más poderosa del mundo por los próximos cuatro años.
Tras la inesperada retirada del actual presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris asumió la candidatura del Partido Demócrata, mientras que por el Partido Republicano el expresidente Donald Trump busca su segundo periodo en la Casa Blanca.
La contienda ha sido más que reñida, y los candidatos, fieles a su estilo, han movilizado a sus seguidores por todo el país; sin embargo, el sistema electoral de los Estados Unidos tiene la particularidad de no depender estrictamente del número de votos recibidos, como ocurre en México. ¿A qué se debe esto?
Que los ciudadanos salgan a llenar las papeletas es importante, claro, pero la elección del presidente termina girando en torno al Colegio Electoral, un órgano compuesto por 538 compromisarios que representan a los 50 estados y al Distrito de Columbia.
Podríamos decir vulgarmente que "cada estado vale tantos puntos", pero estos "puntos" son en realidad los votos electorales según el número de compromisarios por estado, lo cual se basa a su vez en su representación en el Congreso.
Los estados con mayor población tienen el mayor número de votos electorales, como es el caso de California (54 en 2024) y Texas (40), pero estos estados suelen tener una inclinación constante a un partido, son los ´swing states´ los que definen la contienda, pues su lealtad hacia demócratas o republicanos cambia en cada elección.
Otro aspecto característico de este sistema es la regla de "el ganador se lleva todo", y es precisamente esto lo que le aparta un poco del voto popular.
Consiste básicamente en que el candidato que obtiene la mayoría del voto popular en el estado se lleva todos los votos electorales, sin importar si la diferencia fue amplia o estrecha. Maine y Nebraska son los únicos estados que reparten sus votos electorales de manera proporcional a los resultados del voto popular.
Es por ello que, aunque el voto popular sigue siendo una parte fundamental del proceso electoral estadounidense, su influencia en el resultado final termina volviéndose indirecta.
No obstante, el Colegio Electoral ya ha recibido críticas por este sistema, a lo que sus defensores responden que con esto se busca proteger a los estados menos poblados, y obligar a los candidatos a buscar apoyo en todo el país, no sólo en las grandes ciudades.
Este martes 5 de noviembre el pueblo de los Estados Unidos hablará una vez más. En unas horas sabremos si el candidato que ocupará la Casa Blanca para el periodo 2025-2029 (pues se toma posesión en enero) es el mismo que la mayoría de la gente votó.