¡Vive para contarlo! Doctora muere por minutos y regresa: ¿qué hay en el más allá?

En las últimas horas, un fascinante relato se volvió a viralizar en las redes sociales. Se trata de la confesión de la doctora Linda Kramer, quien experimentó un regreso a la vida después de ser declarada muerta durante 15 minutos. En una grabación de 25 minutos, compartió su experiencia en lo que ella describe como "el más allá".

La doctora Kramer relató haber visto un paisaje asombroso con edificios imponentes que hacían que Dubái pareciera una pequeña cabaña en comparación. Según ella, el tiempo en ese lugar era muy relativo, y aunque su estancia fue breve en el mundo terrenal, percibió que había pasado cinco años en lo que ella llamó "cielo".

Uno de los momentos más impactantes fue cuando se encontró de pie en un campo de flores, desde donde pudo admirar una cordillera colosal, treinta mil veces más grande que el Monte Everest. Además, divisó una fila de montañas en el horizonte, edificios con rascacielos y hermosos lagos en una vista panorámica deslumbrante.

El vídeo fue compartido por una cuenta dedicada a recopilar testimonios de personas que han "regresado a la vida" y pueden describir sus experiencias en el más allá. Aunque el caso de la doctora Kramer ocurrió en mayo de 2001, fue recientemente que ganó popularidad en YouTube, atrayendo la atención de numerosos espectadores fascinados por su relato.

Esta historia plantea interrogantes y despierta la curiosidad de aquellos que se preguntan si existe una vida más allá de la muerte. La religión a menudo sirve como un refugio para aquellos que buscan respuestas a preguntas que la ciencia encuentra difícil o imposible de abordar. El relato de la doctora Kramer alimenta aún más esta fascinación y continúa inspirando discusiones sobre los misterios del más allá.

¿Qué es la muerte?

Cuando una persona muere desde el punto de vista médico, se produce el cese de las funciones vitales del organismo. Estas funciones incluyen la actividad cerebral, la respiración y la circulación sanguínea. Cuando se declara la muerte médica, significa que el cuerpo ya no puede mantener estas funciones por sí solo y no hay posibilidad de recuperación. En el caso de un paro cardíaco irreversible, el corazón deja de latir y la circulación de la sangre se detiene, lo que lleva a la falta de oxígeno en los tejidos y órganos.

En el caso de la muerte cerebral, se produce la pérdida completa e irreversible de la actividad cerebral, incluyendo el tronco cerebral. Esto significa que no hay actividad cerebral detectable, y el individuo no muestra respuestas a estímulos externos ni puede mantener funciones corporales sin el soporte de equipos médicos.

Después de la muerte médica, se pueden llevar a cabo procedimientos para preservar el cuerpo, como la refrigeración o la embalsamación, dependiendo de las preferencias culturales y religiosas. En algunos casos, los órganos pueden ser donados para trasplantes, lo que permite a la persona fallecida ayudar a salvar vidas incluso después de su muerte.

Es importante tener en cuenta que, desde el punto de vista médico, la muerte se refiere al cese de las funciones vitales del organismo. Las creencias sobre lo que sucede después de la muerte, ya sea desde una perspectiva espiritual o filosófica, pueden variar y son objeto de interpretación y creencia personal.

La teoría de los 21 gramos en el cuerpo humano 

El médico Duncan MacDougall, había nacido Glasgow, Escocia, en 1866 y mudado a Massachusetts, Estados Unidos, a los 20 años, y se había graduado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston.

Ya como profesional, donaba parte de su tiempo a un hospital caritativo para enfermos incurables que había en la ciudad de Haverhill.

La sede original del Hogar para tuberculosos Cullis había sido propiedad de un mercader que comerciaba con China y cuando se mudó, todo fue llevado al nuevo edificio, incluso artefactos irrelevantes.

Uno de ellos fue una báscula de plataforma estándar Fairbanks, un aparato inventado en 1830 que se había vuelto mundialmente famoso pues permitía pesar objetos grandes con precisión.

Encontrársela en ese lugar en el que la muerte era una constante hizo que a MacDougall se le ocurriera una idea: pesar el alma.

La idea de que el alma pesa ¾ de onza, o más bien 21 gramos, que fue la disminución de peso registrada en el primer sujeto del experimento de MacDougall, sigue viva.