Durante una visita a China, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, y ambas partes expresaron su satisfacción por los avances en las relaciones bilaterales.
La Casa Blanca calificó las conversaciones como "constructivas" y consideró que representaron un paso positivo hacia una mejora en las relaciones entre ambos países.
El encuentro entre Xi y Blinken tuvo lugar en el Gran Salón del Pueblo en Pekín, un gesto simbólico que refleja la importancia del diálogo entre ambas naciones.
Xi expresó su deseo de que la visita de Blinken contribuyera a estabilizar las relaciones entre China y Estados Unidos. Aunque no se dieron detalles específicos sobre los avances alcanzados, Xi los calificó como "muy buenos".
Blinken destacó la importancia de mantener abiertos los canales de comunicación y afirmó que Estados Unidos seguirá utilizando la diplomacia para abordar las preocupaciones y áreas de cooperación con China. Sin embargo, también reconoció que existen desacuerdos de fondo entre ambas naciones y que no se resolverán en una sola visita.
La visita de Blinken se produce en un momento en que las tensiones entre Estados Unidos y China han sido altas debido a diversos temas, como el apoyo estadounidense a Taiwán, las disputas tecnológicas, los reclamos territoriales en el Mar de China Meridional y la situación de los uigures en China.
Blinken abordó estos temas durante su visita y subrayó la importancia de una comunicación continua y un manejo responsable de las diferencias.
Otra señal positiva fue la aceptación por parte del canciller chino, Qin Gang, de una invitación para viajar a Estados Unidos en una fecha por determinar. Esto muestra un deseo de mantener el diálogo y la cooperación entre ambos países.
Sin embargo, sigue habiendo desafíos significativos en la relación bilateral, y tanto Estados Unidos como China son conscientes de ellos. Ambas partes reconocen la necesidad de elegir entre el diálogo o la confrontación y la cooperación o el conflicto.
Blinken reiteró que Estados Unidos no apoya la independencia de Taiwán, pero expresó preocupación por las acciones provocadoras de China en los últimos años.