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No nos engañemos: la inteligencia artificial (IA) ha aumentado su popularidad como herramienta en la producción de textos, desde académicos, creativos y para todo tipo de contenido digital.
Sin buscar armar un dilema moral sobre el tema, es justo decir que no es lo mismo utilizar la IA como apoyo para obtener ideas básicas o incluso corrección de estilo, a solicitarle que genere el texto en su totalidad; pero cuando así pasa, hay formas de detectarlo.
Y es que así como nace una necesidad por aprovechar estas herramientas automatizadas que más de una vez te pueden sacar de apuros, también hay criterios usados para detectar la participación de la misma, en caso de que esta no sea del todo permitida.
Si bien no son indicios infalibles, y puede haber casos en los que un texto hecho enteramente por una persona puede terminar luciendo como lo que se ha visto recientemente en la IA, estas son las señales más comunes que han identificado maestros, editores e informáticos.
A diferencia de una persona, que tiende a buscar variaciones en su vocabulario, la IA tiende a repetir construcciones sintácticas en un mismo párrafo o a lo largo del texto, ya que los modelos de lenguaje predicen la palabra más probable en función de las anteriores.
Por ello, tiende a abusar de expresiones como "por lo tanto" y "en este sentido".
Unido a lo anterior, estos conectores discursivos tienden a estar presentes a lo largo del texto de forma excesiva, pues estos sistemas fueron entrenados con textos que presentan estos patrones.
A diferencia de con los autores humanos, estos conectores llegan a sentirse forzados, pues hay casos en los que se pueden omitir o usar con flexibilidad, cosa que una máquina no aplicaría.
Un punto "bueno" de la IA es que los textos generados mediante la misma suelen carecer de erratas, mientras que la escritura humana frecuentemente contiene errores involuntarios.
No quiere decir que sea un indicio forzoso, o que las faltas de ortografía sean "necesarias", pero en la actualidad un texto limpio suele levantar dichas sospechas.
A los textos informativos se les suele pedir que citen su fuente, cosa que no conseguirías si le pides a la IA que lo redacte, ya que su contenido se basa en estadísticas y no en actualizaciones.
La IA suele decir "expertos coinciden" o "estudios afirman", pero nunca citarán a dichos estudios, e incluso es posible que estos datos sean erróneos o se omitan nombres, algo que no conviene para un texto académico o periodístico.
Aquí más que nunca se establece la diferencia entre humanos y máquinas. Aunque puedes pedirle a la IA que adopte o imite cierto estilo, por lo general su lenguaje es neutro y predecible, reproduciendo fórmulas generales.
Los humanos, en cambio, pueden meter un toque irónico o con referencias muy específicas, con el fin de hacer el texto entretenido o tomar una postura, cosa que la IA nunca hará por su falta de experiencias y opiniones. Muchas veces se desperdicia el potencial de un tema por encomendarlo a una redacción automática.