Aunque la inseguridad no deja de ser un riesgo, los cicloviajeros disfrutan el viajar a la aventura en recorridos que van de estados a estados y en donde en ocasiones reciben apoyo de asociaciones de Bikers.
"Mi viaje empezó en Playa del Carmen, Comenzó porque yo hacía actividades de ecoturismo, hago rapids, rappel, tirolesa, todo eso, y durante la pandemia el parque en donde yo trabajaba cerró, así que me quedé con un trabajo administrativo hasta que llegó el momento en que ya no soportaba estar en una oficina encerrada, así que decidí vender mis cosas y comenzar un viaje de Playa del Carmen a La Huasteca Potosina", relató Celeste Hernández Vargas, originaria de Nayarit.
Mencionó que en ese momento no sabía nada de bicicletas, no tenía una ni sabía usar los cambios, pero adquirió una en 2 mil 500 pesos, se hizo sus propias alforjas y emprendió el viaje de Playa del Carmen a Jalcomulco, Veracruz, con otro ciclista y una perrita.
Agregó que su segundo viaje fue de Jalcomulco a Ciudad Valle en San Luis Potosí y fue en donde contactó con los Bikers, que la auxiliaron.
Comentó que en un viaje coincidió con Lili, quien en su cel ha apuntado lugares de interés que desea conocer y así llegaron a viajar las dos cuatro meses continuos.
Por su parte, Lili Ibarra Ledezma comentó que ella es de la Ciudad de México y ahí comenzó a investigar las bicicletas de bambú y tomó un taller de tres días para hacer su propia bicicleta de bambú y con ella ha recorrido 15 estados, con un total de 7 mil kilómetros.
"En mi primer cicloviaje me fui a Oaxaca, que fueron dos semanas, después me fui a Chiapas luego a La Huasteca, que iban a ser dos semanas pero se convirtieron en cuatro meses", apuntó.
Lili comentó que para hacer esos viajes regresa a la Ciudad de México a trabajar para ahorrar dinero y cuando tiene suficiente emprende su viaje, además de que labora pulseritas y llaveros de macramé que vende durante sus recorridos y así también se ayuda a obtener algo de recursos.
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Explicaron que para ser un cicloviajero hay que llevar lo necesario pero también ir ligeros, por lo que van preparadas para acampar y cocinar.
Mencionaron que buscan llegar a los pueblitos y piden permiso de quedarse en un kiosco o casa ejidal y sacan su mesita y sus banquitos y la gente siempre es muy amable.
Remarcaron que no quieren romantizar haciendo creer que hacer cicloviajes es lo más seguro del mundo, pero los incidentes han sido mínimos y por ejemplo en la autopista 180 que rodea a Veracruz pasa un gran número de vehículos, pero durante dos días que viajaron por ahí sólo en dos ocasiones hubo dos autos que las estuvieron siguiendo, pero en su mayoría los conductores con los que se topan, respetan a los cicloviajeros.