Hace poco, se estrenó en la plataforma de streaming, Netflix, la tercera adaptación cinematográfica en la historia del clásico de la literatura mexicana: Pedro Páramo, escrito por Juan Rulfo, y rápidamente cautivó a los suscriptores por sus cautivadores escenarios.
Muchos inmediatamente se preguntaron dónde se erigió el pueblo ficticio de Comala, al que Juan Preciado viaja en busca de su padre, para este filme dirigido por Rodrigo Prieto y cuyo guion estuvo a cargo de Mateo Gil.
Bueno, para ello el equipo de producción tuvo que dirigirse al estado mexicano de San Luis Potosí, en el municipio de Villa de Reyes.
Dentro del municipio, uno de los principales escenarios donde se llevó a cabo la filmación fue la Hacienda de Bledos, un lugar que data de la época colonial, y que cuenta con edificios que aún conservan vestigios de su arquitectura barroca.
En su momento, estas estructuras fueron pilares económicos y sociales, con vastos campos de cultivo y arroyos que enriquecen el entorno natural. La Hacienda de Bledos y quienes habitan la región, por ejemplo, subsisten gracias a un manantial llamado ´La Ciénaga de los Bledos´.
Estos y más detalles hacen de la zona un lugar rico en historia y misticismo, y la forma en que parece estar detenido en el tiempo capturó a la perfección la estética fantasmal del Comala que se describe en la novela y se representa en la película.
Este es uno de los muchos ejemplos en los que el rodaje de adaptaciones a novelas clásicas crea un puente con la historia, especialmente la mexicana, pues ayuda a poner en el mapa a regiones no tan conocidas turísticamente, pero con belleza y misticismo enormes para las nuevas generaciones.