El trabajo doméstico, caracterizado históricamente por la informalidad y la ausencia de prestaciones y seguridad social, ha experimentado cambios notables.
En aras de promover la equidad en el ámbito laboral, se han producido modificaciones en la forma en que se determinan los salarios para las trabajadoras del hogar en México.
Anteriormente, la falta de una pauta clara permitía que la remuneración variara significativamente según el empleador, generando desigualdades salariales y carencia de equidad laboral.
Desde 2022, la obligación de inscribir a las trabajadoras del hogar en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha llevado a que los pagos se rijan por los tabuladores de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami).
Con estos cambios y regulaciones, se busca establecer condiciones laborales más equitativas para las trabajadoras del hogar en México, reconociendo la importancia de su labor y proporcionándoles los beneficios y derechos que corresponden en el ámbito laboral.
Con el ajuste del 20 por ciento en los salarios mínimos a partir del 1 de enero de 2024, tanto en la zona libre de la frontera norte como en el resto del país, los trabajadores del hogar también han experimentado cambios en sus remuneraciones.
En el ámbito del trabajo del hogar, categorizado como profesiones, oficios y trabajos especiales según la Conasami, el salario correspondiente es:
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN) hasta el cuarto trimestre de 2022, aproximadamente 2.5 millones de personas de 15 años y más estaban ocupadas en el trabajo doméstico remunerado en México.
Esta cifra representa alrededor del 4.2 por ciento de la población ocupada total.
El trabajo doméstico remunerado ha sido históricamente una ocupación predominantemente femenina.
Del total de personas ocupadas en estas actividades, el 90.2 por ciento, es decir, 2.2 millones, correspondió a mujeres, mientras que el 9.8 por ciento a hombres.