Resulta extraño que un político con la experiencia de tantos años como Miguel Yunes Linares se lance en contra de un gobierno que se encuentra en funciones y que cuenta con todas las armas y argucias legales para refundirlo, si le place, lo que le queda de vida en algún apartado reclusorio. Para el que tiene el poder inventarle delitos o revivir actividades gubernamentales que cualquier ser humano haya cometido, cuando se caía en ilícitos de corrupción.
Si desde que perdió la elección para gobernador de su hijo primogénito había guardado silencio y se había comportado de una manera discreta para que ahora que viene otro gobierno abrir un nuevo frente de confrontación con el que no existe ningún compromiso que pudiera ponerlo a salvo.
Se le hizo fácil presentar denuncias sobre las cámaras de video vigilancia que él mismo compró y que resultaron bien chafas, se trataba de un negocio chueco con el director de un medio de comunicación. Hay que reconocer que obtuvo la licenciatura en Derecho, profesión que nunca ejerció prefirió dedicarse a la grilla.
Se le olvidó al panista que no son sus tiempos de tirar cuetes que ahora le toca recoger las varas. Si pensaba que como se iba el gobernador Cuitláhuac García era oportuno enfrentarlo, el gobernante saliente va a tener un puesto importante en el nuevo gobierno federal y puede moverse en esas esferas y no veo la razón de confrontarse con la nueva gobernadora Rocío Nahle que está acostumbrada a este tipo de cuestionamientos y que sabe responder.
Son otras épocas donde las bravatas del pasado ya no existen y que los políticos del partido Morena son diferentes a los neoliberales que todo lo arreglaban con dinero.
El peor mal que pueden tener los políticos es la soberbia, dejan a un lado la humildad y la sencillez que siempre deben tener los seres humanos sobre todo cuando son figuras públicas.
Es la forma de ser del presidente López Obrador desde que fue jefe de gobierno de la Ciudad de México y mantuvo esa actitud de una total modestia como inquilino principal del Palacio Nacional. En una ocasión le pregunté cómo debía llamarlo… muy simple contestó sonriendo “como siempre, por mi nombre”.
Cuando era gobernador Fernando Gutiérrez Barrios acostumbraba tomar un taxi y conocer la realidad del pueblo que gobernaba, en varias ocasiones llegaba a la casa de este reportero sin avisar y pedía el desayuno a mi esposa su idea era sólo platicar con el periodista sin que hubiera ningún protocolo, ese ejemplo lo conserva su sucesor el alvaradeño de Dante Delgado con ese mismo estilo, consciente que el poder político es prestado y hay que devolverlo.