Hace siete años impulsamos la ley de salud emocional y la implementación de la medición del Índice de la Felicidad del entonces Distrito Federal (César en la Cámara y Colibrí en el activismo), en el camino aprendimos a ver al diablo a los ojos. La propuesta emergió derivado del consenso de amplios sectores de científicos, curanderos, temazcaleros, psicólogos, filósofos, académicos, médicos tradicionales, alternativos o activistas de la risoterapia, la abrazoterapia, la ecología emocional, entre otros que tras varios foros elaboramos un proyecto legislativo.
La primera reacción que obtuvimos por parte de muchos sectores políticos y económicos fueron las burlas e insultos, cuando la propuesta tuvo mayor peso, los intereses de los laboratorios y sus personeros en el gobierno se dedicaron a bloquearla. En una ocasión frente a la Secretaría de Salud de la CDMX nos manifestamos para pedir al gobierno permitiera el avance de la iniciativa y la respuesta del jefe de gobierno fue mandarnos a la policía con macana en mano, sin embargo fueron sorprendidos por los manifestantes que corrieron a abrazarlos y los gendarmes conmovidos frenaron la violencia.
En ese entonces nos acompañaron en los foros personalidades internacionales expertas en el tema, por ejemplo Saamdu Chetri, ministro de la Felicidad en el reino de Bután, país que implementó el Índice de Felicidad en vez del PIB
(https://www.cronica.com.mx/notas/2014/816889.html) y el proceso contó con el activismo de personajes estratégicos que hoy laboran en el actual gobierno de México como la subsecretaria de la SRE Martha Delgado y la subsecretaria de Bienestar, Ariadna Montiel. Finalmente se logró, pese a las resistencias, que se integrara la salud emocional en ley de salud de la Ciudad.
Enhorabuena que haya quienes cambiaron de parecer con el tiempo pasando de las burlas a secundar la moción del presidente Andrés Manuel López Obrador para retomar la iniciativa de medir la felicidad, sin embargo, es importante conminar a que a quienes se les encargue impulsar el índice estén convencidos, retomen la experiencia e incorporen a personas que de corazón les interesa para que: 1) no se mal interprete que la propuesta es una respuesta a los problemas económicos del país a causa del covid-19, sino que es un anhelo y lucha de años en búsqueda de otra forma de encaminar la política pública y de medir el éxito de una sociedad; y 2) que la propuesta no se duerma tal como ha sucedido con la constitución moral, un sueño con mucho camino andado, pero que al habérselo encargado a personajes que jamás convocaron a nada porque no creían en ella y sólo aceptaron el nombramiento por complacer al presidente y que hoy, frente a tantos nuevos retos del gobierno, parece condenada al olvido y no puede suceder lo mismo con Índice Nacional de Felicidad.
Finalmente, queremos reconocer a otros héroes que también están dando la batalla por la salud humana en estos tiempos; los médicos tradicionales, alternativos, complementarios, terapeutas, entre otros, que están atendiendo en las comunidades a la gente donde no hay servicios de salud y que son de gran ayuda para la estabilidad física y emocional de muchos mexicanos. Es momento que se entienda que no son enemigos de la salud, al contrario, hoy más que nunca nos damos cuenta de su gran aporte a la sociedad y lo mucho que los necesitamos.