Antes del gobernador Cuitláhuac García, el que hizo historia como opositor en Veracruz fue su padre, el maestro Atanasio García Durán, quien en noviembre de 2004 fue el primer diputado local de un partido de izquierda que le tocó presidir la mesa directiva de una Legislatura estatal.
Postulado por el PRD, el progenitor del actual mandatario veracruzano de Morena supo entender y adaptarse a ese momento histórico de la entidad, en la que el PRI, el partido en el poder, tuvo que cederle al sol azteca la mesa directiva y al PAN la presidencia de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), que recayó en el diputado Enrique Cambranis Torres, exdirigente estatal del blanquiazul.
Como se recordará, ante el apretadísimo margen (25 mil votos de diferencia, según el cómputo oficial) por el que el entonces candidato priista a gobernador, Fidel Herrera Beltrán, venció a Gerardo Buganza Salmerón, de Acción Nacional –quien 12 años después, en 2016, reveló que en realidad él había ganado aquellos comicios con menos de medio punto porcentual–, el cuenqueño se vio obligado a conciliar con las dos principales fuerzas opositoras y asegurar, con el llamado Pacto por Veracruz, la estabilidad política del estado al inicio de su administración.
Para ello, Herrera Beltrán no tuvo empacho en desplazar inclusive a exfuncionarios alemanistas, como el diputado local Alejandro Montano, quien presidió la Jucopo en el Congreso veracruzano menos de un mes, pues en cuanto su jefe político, Miguel Alemán Velasco, entregó el 1 de diciembre de 2004 la gubernatura a Fidel, éste le traspasó esa relevante posición del Poder Legislativo al PAN.
La anécdota se recuerda porque casualmente, como solía repetir el hijo del expresidente Miguel Alemán Valdés, “la política es una ciencia de conciencia, constancia y circunstancia”.
El revés que le dio ayer el pleno de la Suprema Corte, al declarar inconstitucional el delito de ultraje a la autoridad en Veracruz, debería hacer reflexionar al gobernador Cuitláhuac García para tomar conciencia de esta circunstancia adversa y a partir de ahora conciliar y ser constante en lo que haya que cambiar, pues en menos de tres años quien deberá someterse al juicio de la historia y rendir cuentas a los veracruzanos será él como titular del Poder Ejecutivo.
En el gabinete que lo acompaña desde diciembre de 2018 hay funcionarios que ya no pueden dar más de sí. Ninguno debería sentirse por pedirle su renuncia, pues ha sido bastante tolerante y generoso con todos. Si quiere ganar el juego final de 2024, como buen mánager o director técnico García Jiménez debe hacer ajustes y reforzar las líneas de la defensa, ataque o contención con relevos más frescos, hábiles y eficaces.
Al presidente López Obrador, por ejemplo, no le tembló la mano para sacar a Irma Eréndira Sandoval de la Secretaría de la Función Pública; a Olga Sánchez Cordero de la Secretaría de Gobernación y, entre otros, a Julio Scherer Ibarra de la Consejería Jurídica de la Presidencia, a pesar de que, dijo, “es como mi hermano”.