Pocas veces somos conscientes del poder que tienen las historias que consumimos, ya sea a través de series, películas, escritos o en conversaciones cotidianas, la información que llega a nosotros es uno de los grandes pilares de cómo percibimos el mundo, de ahí la importancia de ser responsables del contenido que compartimos, pero sobre todo aprender a ser críticos de eso que nos llega o buscamos día con día.
De acuerdo a un análisis de los contenidos entre países de primer mundo y los que están en desarrollo, existe una gran diferencia entre los protagonistas o modelos más reproducidos en cada lugar. Por ejemplo, en lugares desarrollados abundan narrativas de conocimiento personal, emprendimiento, historias de héroes que crecen mediante su esfuerzo a través de la innovación.
En Estados Unidos las historias que más se buscan replicar son jóvenes inventando plataformas que les vuelven millonarios, algoritmos distintos para llegar a un mayor número de personas, lo cual de acuerdo a plataformas como Beek, permite que las audiencias quieran replicar estas historias, en tanto que en sitios como México, el contenido más posicionado va ligado al crimen organizado o telenovelas, donde el dinero fácil es una temática frecuente, por lo que los modelos a seguir pueden ser los narcotraficantes.
Beek es una plataforma de audiolibros que ha apostado a la creación de contenido especializado, esperando que el posicionamiento de historias en México y Latinoamérica sea otro, donde los ejemplos y aspiraciones sean de científicos, emprendedores, personas que cumplen metas y aportan de manera positiva sus habilidades para el desarrollo del entorno.
Al igual que Beek hay infinidad de narrativas que nos llenan de mensajes, la importancia está en saber entenderlos, tener la capacidad de interpretar más allá de lo que simplemente vemos, escuchamos o leemos. Las grandes novelas literarias no sólo cuentan la historia entre las páginas, sino que su contexto también nos da pistas de momentos históricos, incluso algunas obras han funcionado como una crítica o queja disfrazada de arte.
En la actualidad con tantos productos que siguen surgiendo como obras, es natural que encontremos contenido vacío, pero también hay producciones que llevan detrás mucha investigación, algunas basadas en casos reales que si bien ya se conocen de antaño, buscan recordar a las audiencias por qué hay memorias que deberíamos tener presentes en todo momento, con la intención de que sirvan de ejemplo para no repetir los mismos errores.
“Ella dijo” es una de esas narraciones poderosas que retrata la investigación periodística de reporteras del n, a través de la cual desenmascararon a uno de los productores más grandes de Hollywood, Harvey Weinstein. Si bien el caso ya es más que conocido y lleva años, también es importante ver cómo durante décadas el productor hizo uso de su poder para abusar de múltiples mujeres sin pena o castigo alguno, fue hasta que una serie de reportajes vio la luz que resultó inevitable seguir eludiendo la justicia.
Esta historia hizo que más mujeres alzaran la voz y dio paso a todo un movimiento: #MeToo, además se logró que la legislación de aquel entonces comenzará a tener avances en favor de la mujer y que en la ley del trabajo se empezará a cuidar el tema del acoso y el abuso laboral. Hablar de estos tópicos es algo reciente y sin duda aún queda una gran tarea pendiente, sin embargo, gracias a estas historias hoy hemos progresado al respecto.
“Ella dijo” no ha sido el filme más taquillero, tampoco suelen serlo series documentales, al menos no en nuestro país, porque seguimos priorizando ficciones de nuestro entorno donde la violencia termina romantizada, ahí entra también nuestra responsabilidad como consumidores, si esperamos contenido de calidad hemos de empezar a posicionar aquello que nos nutra y no lo que nos desvirtúa. Repliquemos historias que necesitan de nuestra voz, reconozcamos el trabajo de directoras como Natalia Beristáin, donde la producción representa problemas sociales, con la firme intención de que sus historias nunca se olviden.
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