El presidente López Obrador lo repite continuamente que en ningún caso el mandatario nombra los candidatos a gobernadores y menos a su propio sucesor y pone como ejemplo la situación que vivió el entonces presidente Lázaro Cárdenas que a él le gustaba y prefería al general J. Múgica y que los grupos conservadores arropaban al general Manuel Ávila Camacho que resultó electo.
Esto viene a colación sobre la polarización dentro de Morena los que se consideran “puros” están con la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum porque la consideran con la consentida del presidente de México y por el otro lado las corrientes apoyan al canciller Marcelo Ebrard, división para nada conveniente para la continuación del régimen de la cuarta transformación.
Situación que se repite en Veracruz con la titular de Energía, Norma Rocío Nahle García y el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, la primera con el visto bueno del jefe de la Nación y el segundo como él que cuenta con el apoyo del secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández. Como consecuencia de la selección electoral para la “grande” los candidatos a la gubernatura veracruzana también se encuentran en la misma disyuntiva, al igual que los gobernadores y los miembros del gabinete presidencial.
Por la falta de experiencia en estos procesos caen en el garlito que son enemigos los que están con una o con el otro. Se desata una guerra sucia en contra de cada uno de los aspirantes ya sea para la “grande” o a nivel local con apodos despectivos y noticias de grandes inundaciones en la refinería de Dos Bocas.
Se les olvida que no se trata de enemigos para destruirlos sino simplemente adversarios políticos, todos ellos metidos dentro del mismo partido que tienen sus propios intereses particulares. No se pueden sacar conclusiones de quien resultará el triunfador en las encuestas tanto para la presidencial como para las nueve gubernaturas que estarán en juego el año próximo.
De acuerdo a mis años de reportero y de escribir columnas políticas en medios nacionales, les puede asegurar que en los dos casos a los que me refiero puede haber un tercero en el que nadie pensaba, sin descartar la posibilidad de que los adversarios tienen una gran oportunidad por la polarización partidista.
Saque sus propias conclusiones un político que no figuraba ya se trate de hombre o mujer de acuerdo al reparto que ahora se exige puede ser el elegido.
De acuerdo a esas referencias por lo regular un aspirante que arranca en el último lugar al cierre casi siempre gana. El pueblo de México tiene una marcada inclinación por el más débil. El caso de Veracruz que nos tocó vivirlo como protagonistas con el gobernador Murillo Vidal y el presidente Luis Echeverría se habían inclinado por el subsecretario de Gobierno Manuel Carbonell y el que figuraba arriba por su trayectoria y amistad con el propio mandatario Echeverría Álvarez desde que estaba en Gobernación era el subsecretario de Trabajo Arturo Llorente González y resulta que un diputado federal que había sido destituido como secretario fue el nominado, don Rafael Hernández Ochoa, que se caracterizó por darles oportunidad a los jóvenes, de allí surgieron Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares ambos resultaron con el tiempo gobernadores de la entidad veracruzana. Nadie se imagina para quien trabajó, él que tiró a Carbonell fue Jesús Reyes Heroles y su candidato que muy pocos conocían era Mario Vargas Saldaña el político más completo que ha tenido el estado, fue el alcalde que transformó el puerto de Veracruz y el delegado de lujo de la maquinaria del PRI. Nunca llegó.