Ningún candidato a un puesto de elección popular puede resultar triunfador si no es capaz de conciliar y hacer alianzas políticas hasta con su principal detractor.
En el ámbito nacional Andrés Manuel López Obrador es el mejor ejemplo. El tabasqueño hubiera llegado a la Presidencia de la República desde 12 años antes si en 2006 no hubiese rechazado el apoyo que le ofrecieron en ese entonces la maestra Elba Esther Gordillo y un grupo de gobernadores priistas afines a la lideresa del SNTE, entre ellos el veracruzano Fidel Herrera Beltrán.
López Obrador, según trascendió, se sentía sobrado y se habría negado a aliarse con los señalados públicamente de “corruptos”. El final de esta historia ya la conocemos: Gordillo, peleada a muerte con el candidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo, decidió sumarse con su grupo a Felipe Calderón, del PAN, quien junto con el priista tabasqueño había iniciado la campaña con una desventaja de 20 puntos en las encuestas sobre preferencias electorales que favorecían ampliamente al abanderado de la alianza PRD-PT-Convergencia.
Sin embargo, en medio de una gran polémica y del recuento del 9% del total de los paquetes electorales correspondientes a la elección para Presidente de la República, Calderón fue declarado oficialmente ganador con apenas 230 mil votos de diferencia sobre López Obrador, equivalentes a menos del 1% de la votación total.
Luego de esta experiencia y tras una nueva derrota en 2012 ante el priista Enrique Peña Nieto, AMLO finalmente aceptó seis años después abrir su Movimiento de Regeneración Nacional a exmilitantes, exfuncionarios y exgobernadores del PAN, PRI y PRD, logrando una votación histórica de más de 30 millones de votos, suficientes para impedir otro fraude electoral como el de 2006.
Casualmente, en esta ocasión, no rechazó el apoyo de empresarios identificados con “la mafia del poder” y también se dejó ayudar por el grupo de la maestra Gordillo, quien durante el sexenio del presidente Pena Nieto, de 2013 a 2018, enfrentó procesos jurídicos por lavado de dinero y delincuencia organizada, siendo encarcelada primero en el Reclusorio Femenil de Tepepan. Coincidentemente, en agosto de 2018, después del aplastante triunfo de López Obrador, fue finalmente liberada por un Juez del Primer Tribunal Unitario.
Sin embargo, a menos de dos años de la sucesión presidencial y del relevo en el gobierno de Veracruz, ni AMLO ni su grupo de poder en el estado parecen estar creando las condiciones de unidad ni interna ni externamente para enfrentar al bloque opositor.
Para la Presidencia de la República es evidente que ni el canciller Marcelo Ebrard ni el senador Ricardo Monreal están en el ánimo del gran elector de Morena, igual que en Veracruz el aspirante a la gubernatura Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, tampoco ha recibido la más elemental cortesía política de la camarilla morenista que gobierna la entidad.
¿Habrá cambio de actitud este domingo 14, día en que Gutiérrez Luna rendirá su primer informe de actividades legislativas en el Centro de Convenciones de Minatitlán, evento al que posiblemente asista el secretario de Gobernación, Adán Augusto López?