Como en su momento, en los principios básicos de periodismo, lo establecieron los mejores maestros de la institución de la Universidad Veracruzana, entonces Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, y de los periodistas que se cruzan en el camino de un comunicador, el “fusilar” es la antítesis de un profesional de la comunicación responsable.
No obstante, y lejos de pretender caer en esa condena para la ética que exige el periodismo, leer hace unos días la traducción de la columna del periodista estadunidense, Farhaad Manjoo en The New York Times, si bien no lleva a “fusilarle” su escrito, sí inspira para plasmar en este espacio los pensamientos e inquietudes al respecto de lo que implica el contagio del virus SARS-2.
“Rastreé mi burbuja COVID-19 y es enorme”, se titula su artículo y en el que cuestionó la posible decisión de festejar el Día de Acción de Gracias presencialmente con su familia.
El comienzo de su texto ya alerta sobre las consecuencias de realizar estas fiestas en ese país, pues retoma las declaraciones de Jared Polis, gobernador de Colorado, quien señaló que asistir a la casa de la abuela para celebrar es como “llevar una pistola cargada para el hogar de la abuela”.
Y es que se acercan las fiestas navideñas, y los hijos piden acudir o pretenden reorganizar una reunión de las llamadas posadas, o si bien no como tal, simplemente en una reducida convocatoria de tres o cuatro jovencitos; y se cuestiona en familia la forma en que serán los festejos de Navidad y Año nuevo.
Manjoo pensaba que solo mantenía contacto con su esposa y sus dos hijos, pero no era así, ya que los menores realizan otras actividades que los mantienen en contacto con varias personas cada cierto tiempo.
Pensó que tal vez quedaba en unos cuantos, sin embargo, la realidad fue muy diferente. Para continuar con la creación de su burbuja, el periodista envió correos electrónicos a los padres de los amigos de sus hijos y a sus compañeros y maestros, a quienes les cuestionó sus propias burbujas de cercanía.
Su sorpresa fue enorme cuando supo que su red, a este punto, era casi de 40 personas; además se enteró de que la madre de un compañero de clase de sus hijos era médica, por lo que mantenía contacto con, al menos, 10 pacientes cada semana.
Trasladar eso a las familias mexicanas, veracruzanas, tomando en cuenta el nivel de afectividad, la cultura de relacionarse más con los vecinos y ser más apegados a la familia que los estadunidenses, un ejercicio de este tipo podría dar como resultado de esa red el doble o el triple de la cifra conservadora manejada por el periodista Farhaad Manjoo.
En la familia, el hijo menor ha decidido retomar sus clases de futbol. Son al menos 14 adolescentes de entre 12 y 14 años de edad, que si bien toman sus prácticas bajo las condiciones de salud marcadas para la Escuela deportiva, el riesgo es permanente, aún los jugadores a distancia, hay una relación cercana, los artículos utilizados –balones, conos, etc- son también un punto de contacto, y no queda más que ajustarse al final a concluir con el lavado de manos, uso de gel antibacterial y cubrebocas.
Pero el riesgo es permanente en ese y cualquier otro escenario existe esa enorme burbuja de la que habla en su columna el periodista de The New York Times. Es algo que salta a la mente, y se retoma en este espacio, porque es el diario análisis, las ideas que chocan a cada momento, no hay forma de ignorar que como se escucha decir comúnmente entre la gente “eso del virus te puede salir por cualquier lado”.
Y efectivamente, es así. Solo que si se cumple con las medidas establecidas para la higiene y combatir el contagio del SARS COV2 el riesgo disminuye en una proporción importante, si cupiera la posibilidad de contraer la carga viral será menor a que si las recomendaciones son ignoradas.
En fin, una serie de situaciones que obligan al ciudadano a no perder de vista, que mientras la vacuna esté aún lejana, y sean meses los que se tendrán que esperar para su llegada, la mejor fórmula para seguir combatiendo esta epidemia es la prevención.
MUY EN CORTO
EL OTRO MANUEL HUERTA. Al que se le nota muy cambiado desde que una señora lo denunció por el delito de violación es al súper delegado del Bienestar, Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Si bien ya no escaló el asunto, se desconocen las razones, el hecho se hizo presente hasta en la Cámara de Diputados.
Y es que por principio de cuentas, aseguran en su círculo cercano, que como parte de su vida privada decidió ya no salir a restaurantes y menos con chicas no sea que por ahí le vayan a tomar unas fotografías que vengan a fortalecer la tesis de que le gusta portarse mal.
Pero lo más importante que ha modificado es su comportamiento político ya que ahora los anuncios más importantes de su área los hace al lado del gobernador, Cuitláhuac García Jiménez.
Es por eso que ya no se come el “pastel” solo, sino que los logros ahora los comparte, lo cual dista mucho de lo que hacía en un principio del sexenio cuando su equipo de comunicación social subía con frecuencia a sus redes sociales videos de la entrega de apoyos.
En el marco de esa nueva forma de conducirse el exdirigente estatal de Morena estuvo presente en la comparecencia del secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, mostrando civilidad política por aquello de que pertenecen a grupos políticos distintos.
Por cierto que Ladrón de Guevara no fue la única sorpresa en el ejercicio de rendición de cuentas del cuenqueño sino que entre los “porristas” que acudieron a la sede del poder legislativo también pasaron lista los alcaldes panistas de Lerdo de Tejada, Hermas Cortés García y de Tlapacoyan, Ofelia Jarrillo Gasca, quienes acudieron tal vez por lo revueltas que están las cosas en su partido.