Miles de sinaloenses han salido dos veces en la última de semana, colmando las calles de Culiacán, con una sola exigencia:
—¡Fuera Rocha!
Según el conteo del Diario el Noroeste, ha habido, de septiembre a la fecha, 764 homicidios, 50 abatidos y 902 personas privadas de la libertad. Muchos de ellos, desaparecidos, están muertos. Aviones surcan los cielos para enviar miles de octavillas con la foto de influencers y artistas que han sido condenados a muerte. La víspera de la marcha, decenas de mantas amenazantes aparecieron en puentes peatonales de Culiacán, Mazatlán, Elota.
El hartazgo llevó a cientos de personas a tomar el palacio de gobierno y destruir la oficina del presunto gobernador, quien había huido poco antes, salvando así su vida.
A este clima de violencia y anarquía, el gobierno Federal y su partido han reaccionado con sorprendente desparpajo.
Niegan la realidad, como si los dichos se impusieran sobre la muerte.
Los diputados federales dieron su respaldo a un gobernador que accedió al cargo gracias al apoyo del Cártel de Sinaloa.
Enviaron al Secretario de Seguridad, quien no pudo imponer el orden.
El gobernador ha dicho que todo está bien.
Pero, no. No lo está.
No hay clases. Hay toques de queda de facto impuestos por criminales. Hay negocios quebrados. Miles de desempleados.
La reacción lógica de un gobierno sensible hubiera sido destituir hace meses al gobernador e intervenir la entidad. Han hecho lo contrario.
El silencio federal es pasmoso después de que, Fuenteovejuna, el pueblo quiso ajusticiar a quien debe defenderlos, pero milita del otro lado.
¿Por qué?
Puede ser que se juzgue que, si quitan a Rocha, se vendrá en cascada una ola de demandas en todo el país para quitar a sus ineptos gobernantes. No hay que adivinar en dónde: basta ver la estadística oficial: en casi un tercio del país hay ciudades en donde 8 de cada diez habitantes sienten miedo.
Bajo esta lógica, destituir a Rocha sería abrir la vorágine de salidas en Chiapas, Guerrero, Tamaulipas, Zacatecas, Michoacán, Morelos, el Estado de México, Colima, Tabasco.
Otra hipótesis puede ser que se crea, ilusamente, que este es un asunto local. No lo es: el fuego se expande y tarde o temprano quemará al gobierno federal. Habría que actuar con autoridad e inmediatez.
Lázaro Cárdenas fue el presidente que más gobernadores removió: 19, a fin de desmantelar el Maximato. Le sigue Carlos Salinas, con 18.
Hoy, el poder se ha vuelto a centralizar. Si no se usa, el resultado será un búmeran.
La otra hipótesis es, simple y llanamente, que se trata de un asunto de impotencia. No quitan a un impresentable porque no pueden. Porque algo hay debajo que no sabemos y que une el destino de todos.
Actuar con todo el poder en Sinaloa es una obligación. Es, también, un tema de estrategia para enviar una señal a Estados Unidos.
Sería un acto de patriotismo. Seguir igual, lo contrario.
Exactamente lo contrario.
@fvazquezrig