De nuevo. – El gobierno del Estado de Veracruz emitió una cuarta alerta preventiva para al menos 84 municipios de la entidad que en el semáforo epidemiológico están en naranja o rojo. La idea es evitar los amuchamientos diría la abuela mientras juega truco con su nieto en el geriátrico. Estos deberán ser evitados en restaurantes, cafés y plazas comerciales.
Para tan noble fin, el de vigilar que, ¡Vive Dios malandrines!, se cumpla con estas reglas de aforo, sana distancia y uso del cubrebocas, se montará un operativo –que no es brioso corcel— a fin de evitar que la amistad se desborde en tantos y cuantos sitios sea posible de romperse el orden. Así que siguiendo el sano ejemplo del tocayo Armando Manzanero –que en gloria de Dios esté— y la desquiciante Susana Zabaleta, pues que sea en un parque. Pero abríguese, viene norte fuerte dice el meteorológico.
Medidas y más medidas. – Las autoridades electorales, lo mismo la federal que la local, anuncian que durante la jornada electoral del seis de junio próximo, habrá una serie de medidas sanitarias, un protocolo, vaya, para que usted, usted y usted acudan a las urnas a ejercer su derecho constitucional al voto o a cumplir con su obligación constitucional de cumplir, si le toca, el encargo de funcionario de mesa directiva de casilla. A los partidos políticos, se les invitará a evitar eventos masivos para minimizar una crecida de contagios. Habrá que ver de qué cuero mercadológico-político salen más correas ahora que la virtualidad se ha instalado en la sala de esta casa común que es México (¿Cómo ven al autor en modo analista premoderno y cursi. ¡Ay sí, casa común!). O como dice Mordisquito: ¿decían que trabajaban en casa cuando eran viles subempleados o desempleados viles? Bueno, ahora es cuando.
El amor. - En ese tiempo, los locos años 20, a causa de Volstead, que fungió como tercero en discordia por años, Al Capone y Bugs Moran se amaron hasta donde las ametralladoras tableteaban, pues como pasa hasta en las mejores familias, había diferencias de dinero. ¿Hay de otras?
La cosa es que el 14 de febrero del año del señor de 1929, los gatilleros de Capone entraron a un local donde siete hombres de Moran estaban reunidos; fueron cayendo uno a uno. Amor, amor, lo que se dice amor, no hubo en aquel galpón convertido en aguantadero por la banda de Moran. Lo que hubo fue la versión gringa de la fiesta de las balas.
Al Capone vio declinar su poder luego de la matanza y se precipitó a la cárcel vencido por el chico bueno de la película, el policía arquetípico, Elliot Ness, del que Robert Stack hizo en la magia del blanco y negro televisivo, toda una creación. Varios años después Kevin Costner inmortalizo a Ness en el cine.
Por lo demás, San Valentín, el santo de los enamorados, el valedor de los amorosos diría Jaimito, no estaba en el santoral de Capone.
(#QuédeseEnCasa. No es broma).