De un tiempo a la fecha, como dice la canción, se observa mucho trabajo en inmuebles del centro histórico de Veracruz, y todo apunta a que es para reabrirlos después de varios lustros, lo cual no está nada mal si se habla de reactivar esa zona tan abandonada en las últimas dos décadas.
La pregunta es si alguna persona del Instituto Nacional de Antropología e Historia supervisa los trabajos y que se apeguen a la normatividad por tratarse de un área decretada Zona de Monumentos Históricos.
No nos vayan a salir con la idea grandota de querer añadirles pisos y al rato tendremos torrezotas como la que hicieron en los últimos años, que ha protagonizado varios incidentes y también accidentes.
Es inminente el inicio de la temporada de informes de labores, un periodo que trae consigo el habitual despliegue mediático y político en busca de la atención ciudadana. Es un fenómeno que, lamentablemente, evidencia una realidad en la que algunos políticos permanecen ausentes durante la mayor parte del año en las colonias y comunidades, solo para emerger repentinamente en este periodo con el objetivo de capitalizar la visibilidad.
Mientras que, a lo largo del año, la presencia en las colonias puede ser escasa, el periodo de informes se convierte en una oportunidad para destacar supuestos logros y promesas futuras.
El periodo de informes debería ser un momento para rendir cuentas de manera transparente y auténtica, en lugar de convertirse en un acto de relumbrón con fines meramente electorales.
En este contexto, la preparación de los ciudadanos implica no solo estar informados sobre los posibles logros que se presentarán, sino también cuestionar la efectividad y la consistencia de las acciones políticas a lo largo del tiempo.
En Veracruz urge que la autoridad correspondiente, meta mano con sentido de justicia y de servicio al transporte urbano, ya que son verdaderas chatarras las que circulan por la ciudad, todas destartaladas, con asientos rotos, sin cristales en ventanas, muchas unidades son una verdadera desgracia, en las que tienen que arriesgar la vida los usuarios, porque no hay de otra, pues de nada sirve que los encargados de supervisar al transporte público anden por ahí, como tiburones, a la caza de los camiones urbanos, sí solo “trabajan” para su propio beneficio y no para el bien de la ciudadanía.
Ya que hoy en día, es un atentado subirse a unidades que no cumplen con las garantías de seguridad para los usuarios, asientos sostenidos apenas por un tornillo, pisos oxidados y agujereados, por donde muchas veces se pueden ver hasta los muelles de los camiones, en fin, urge.