"¡Hola, llamo para decirte que lo siento!" El corazón corre, no sabes si llorar o colgar. Llegó la tan ansiada llamada. ¡Quiere volver contigo! Si pasa, serás el o la mortal más feliz del mundo. ¿O no? Un momento, antes de pegar las fotos que rompiste y de acceder, es urgente que lo pienses con la cabeza y no con el corazón.
Igual que con toda relación, nueva o reciclada, no hay garantías de que funcione. Haz una evaluación razonable de tus posibilidades de éxito considerando los motivos por los que se fue.
Nunca segundas partes han sido buenas, y la tuya podría ser peor si no lo analizas fríamente.
Hazte las siguientes preguntas:
¿Hubo golpes?
¿Te humilló o abusó emocionalmente?
Si existió abuso, ni por error regreses. Si el alejamiento fue por malos entendidos, intromisión de terceros, rumores o un tanto de incompatibilidad, entonces vale la pena que consideres:
Sí, accede tus condiciones, tiene disposición para cambiar y te lo promete mirándote a los ojos y accediendo a llevar la relación con calma en lo que se recupera la confianza.
Si tiene apertura para hablar de los conflictos que llevaron al rompimiento, ofrecer soluciones y escuchar las tuyas para resolverlos, y juntos aprender de esa experiencia.
No espera que la relación sea como fue y se interesa en terapia de pareja de ser necesario.
Terminar con una relación es muy doloroso, pero peor es estar en una que no camina y no te hace feliz. Piénsalo bien y actúa en consecuencia. No te precipites. Tú necesitas alguien confiable, sicológicamente estable, que te quiera y respete. Y recuerda, a veces mucho de lo que haya sucedido nada tiene que ver contigo.
Te costará superarlo hasta que asimiles que el problema no era tuyo, sino de tu relación con la otra persona. Los defectos que surgieron entre ambos, solo debes responsabilizarte, (asumir tu 50%), no culparte, y sobre todo, aprender de lo ocurrido.