La filosofía oriental en su infinita sabiduría nos enseña que el alma tiene un conocimiento de la felicidad que no depende de los bienes materiales sino espirituales.
Eso es lo que en el Yoga es conocido como Ananda, ligado al concepto de armonía y bienaventuranza. Así que cuando sustituimos ese gozo espiritual por meros sustitutos superficiales, corremos el riesgo de perdernos en anhelos que solo nos proporcionan placer terrenal y mayor sufrimiento.
¿Cuál es el problema? Que el objeto de deseo está por delante y es como un vacío que nos impulsa a buscar afuera la realización de esa meta. Así es como nos aferramos al éxito, a la belleza, al dinero, al poder, al consumo, a las experiencias agradables, etc., y no nos preguntamos si verdaderamente esas ideas nos hacen felices.
El maestro budista Sogyal Rimponché lo describe como “personas que se arrastran por un desierto sin fin, muertas de sed”. Y es así, porque lo que la sociedad nos dice que es la bebida, al final son solo cosas materiales que no nos satisfacen y, por el contrario, hacen que nuestra sed sea más intensa. Esa ambición desmedida no es más que una trampa.
Pero, ¿cómo se sale de ella? Simplemente, aprendiendo a soltar dependencias, y actitudes frente a los anhelos.
Te invito a soltar las expectativas. Suelta tu estado de obstinación en cuanto a ese deseo al que te estás aferrando.
Pregúntate, ¿esto es un deseo que verdaderamente me hace feliz, me llena, me satisface? Recuerda, no se trata de conseguir o no conseguir, se trata de sostener aquello que te da placer, gozo y júbilo.
Disfruta la vida, reconéctate contigo, y poco a poco irás soltando aquellos aferramientos que te distraen de tu verdadera felicidad. Esa que habita en ti.
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