Entre las cosas más importantes que uno debe hacer para gozar de buena salud está el mantenerse hidratado, y esta necesidad aumenta con las recientes altas temperaturas.
Para lograrlo, hay personas que no se conforman con agua simple, y muchos desean también una alternativa a las bebidas azucaradas, por lo que el agua mineral se ha vuelto una de las opciones preferidas.
Sin embargo, con el aumento de consumo de esta bebida ligeramente ácida, surgen muchas dudas y especulaciones acerca de su impacto, sea positivo o negativo, en la salud, especialmente en la renal.
La principal diferencia del agua natural con el agua mineral, es que esta última contiene gas carbónico, o también gas natural de manantial; algunas pueden contener otros ingredientes como sal, o minerales como calcio, magnesio y potasio.
Existen también otras variaciones en forma de ingredientes saborizantes, como azúcar, cafeína o edulcorantes artificiales, lo cual la acercan un poco a ser un refresco, pero el agua mineral clásica es simplemente agua carbonatada.
Si bien el dióxido de carbono producido por el gas del agua mineral le genera cierta acidez, esta viene en una cantidad mínima que es fácilmente neutralizada por el organismo.
El exceso de minerales es otro factor que lleva a relacionar al agua mineral con los cálculos renales, pero no existen evidencias científicas de que esto suceda, pues, nuevamente, estos minerales vienen en cantidades mínimas, incluso inferiores a la ingesta recomendada por la OMS.
El agua mineral puede incluso beneficiar a la salud renal, pues ayuda a eliminar toxinas mediante una mejor hidratación, ya que equilibra los electrolitos en el cuerpo.
También se le conoce como remedio contra la indigestión, y una alternativa para quienes deseen dejar de consumir refrescos, siempre y cuando se trate de su versión natural, sin azúcares.