La infancia, exenta de preocupaciones; solo comer, jugar, televisión y felicidad. No hay cabida para el estrés. ¿O sí?
Creemos que los niños no tienen por qué sentirse estresados. Pero sí, lo sufren y las secuelas, para una mentecita que no lo puede resolver, van desde insomnio, inapetencia, pesadillas, aislamiento, miedos y bajo rendimiento escolar, entre otras.
Un adulto promedio puede manejar las tensiones del día a día, sin embargo, los niños no tienen las suficientes tablas para hacerle frente; son más frágiles y sus sentimientos, seguridad y autoestima pueden caer en picada.
Existen tres importantes consideraciones:
1) El estrés puede venir de fuera, de las demandas, peleas, situaciones, cambios y tantos contextos que les arrojamos los adultos.
2) La forma en que un niño exhibe su estrés difiere con la edad.
3) Un niño menor de 5 años al estar estresado activa un mecanismo de defensa: se resiste a hacer cosas que antes cumplía, pues, no sabe cómo expresar lo que siente.
Manejando las emociones
Cuando un pequeño se estresa es importante percatarse y actuar. Preguntarse primero qué puede estar pasándole y luego preguntarle a él o ella de acuerdo a su edad. Averiguar sobre su entorno en la escuela u otros lugares y descifrar escenarios que lo pueden tener así.
Otras acciones que pueden ayudar:
Abrázala. Ofrécele amor incondicional para que su autoestima se fortalezca.
Involúcralo en actividades en donde pueda tener éxito, pero sin sobrecargarle. Considera que un exceso de actividades extracurriculares puede aumentar su carga emocional.
Dale tiempo de jugar, de hacer lo que le plazca a él o a ella en lugar de a ti.
Hazle sentir que está segura contigo, con papá, con mamá, con su hermanito.
Escúchalo sin juzgar ni culpar. Respeta su estado emocional.
Haz que, de modo sencillo, haga preguntas, que hable de sus emociones. Que las nombre, que diga cómo se siente.
Cuando logran comunicarse, se desahogan y van asumiendo autoconciencia emocional. Si no hay avance, la terapia puede ayudar. Y recuerda, son niños: que aprendan, sí; pero que vivan como niños.
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