Xalapa | 2024-01-07
En un proyecto de reconstrucción digital, investigadores del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana "viajaron al pasado" para saber cómo eran los glaciares que existieron en el Cofre de Perote al final del Último Máximo Glaciar, hace 15 mil años.
La ardua labor fue realizada por Víctor Hugo Soto Molina y Carlos Welsh Rodríguez, quienes aportaron conocimiento a nivel nacional en temas de alta montaña.
Es importante mencionar, que en las últimas fechas se ha observado el desprendimiento o desmoronamiento de rocas al lado de la peña del volcán Cofre de Perote, por dicha situación, catedráticos asistieron al sitio para entender más de este fenómeno.
Uno de los encargados del proyecto, Víctor Hugo Soto afirmó que con tal investigación pretendían entender y mostrar la evolución del volcán, sus laderas, valles y lagos.
Para la investigación, retomaron y analizaron los datos arrojados por las estaciones de monitoreo ubicadas en los alrededores, así como publicaciones que sostienen que hace 15 mil o 20 mil años la región central del país –incluida la zona de Perote–, tenía un enfriamiento de ocho grados centígrados en comparación con la temperatura actual.
Hugo Soto comparte: "Las estaciones las ajustamos a los valores de aquellos años para crear las condiciones y trazar la temperatura que prevaleció en ese periodo. Con base en las evidencias morfológicas se pudo corroborar que hay huellas físicas dejadas por glaciares."
Tras estas labores, al recabar toda la información obtenida reconstruyeron tres glaciares que existieron en el Cofre de Perote —uno grande y dos pequeños—, los cuales dejaron huellas; por ejemplo, cerca de la cima hay una gran extensión de roca pulida y con ralladuras, como si hubieran sido hechas por un esmeril, evidencia de que hubo hielo glaciar.
Cómo parte de los trabajos, nombraron al glaciar de mayor tamaño cómo Naucampatépetl por los investigadores, que es el nombre náhuatl del Cofre de Perote; mientras que a los dos pequeños los denominaron Infiernillo y Tembladeras.
Se dio el hallazgo de que alcanzaron un límite inferior a tres mil 300 metros sobre el nivel del mar. En cuanto a extensión, el más pequeño, Tembladeras, alcanzaba medio kilómetro cuadrado; el mediano, Infiernillo, tenía 1.2 kilómetros cuadrados de superficie, y el más grande alcanzaba cerca de los 29 kilómetros cuadrados.
"Para dar una idea, en la actualidad el glaciar del Pico de Orizaba apenas supera el medio kilómetro cuadrado de superficie de hielo", destacó el académico.
El incremento de temperatura en el planeta propició la retracción de los hielos, lo cual derivó en una acción erosiva, creándose socavones y depresiones que se alimentaron del derretimiento glaciar, así como de las lluvias y el agua que escurre de las laderas; por lo tanto, las lagunas actuales son resultado de lo que fueron glaciares, según el experto.
Un dato importante y determinante de la existencia de glaciares en el lugar es la forma de "u" que tienen los valles del volcán, las grandes piedras acumuladas en forma lineal y las morrenas glaciares, que son la acumulación de sedimentos, rocas y otros materiales que fueron transportados y depositados por el hielo en movimiento.
Por último, dieron con la característica de estrías en las rocas, producto de la ralladura hecha por los sedimentos adheridos al hielo. Todo lo mencionado le hizo saber que son rastros de lo que alguna vez fue un glacial de gran espesor.
Sin duda, una interesante investigación que aporta información importante a nivel nacional, reafirmando el nivel académico de la Universidad Veracruzana y de sus académicos.