Puebla | 2024-12-03
Veracruz no solo juega un papel central en el tráfico de drogas a África, el Caribe o Europa, sino también en el contrabando de vehículos robados que circulan por todo el mundo. En los puertos de Veracruz, se libra una batalla silenciosa, pero feroz.
Este enclave estratégico, uno de los puntos de conexión más importantes para el comercio en América Latina, se ha convertido en una arteria vital para el crimen organizado. Desde aquí, drogas y vehículos robados inundan mercados en África y Asia.
Las cifras revelan que el robo de vehículos con violencia está especialmente presente en estados como Veracruz, Ciudad de México y Estado de México.
Todo comienza con un pedido que cruza fronteras: un automóvil específico, con características particulares, solicitado desde algún rincón del mundo. Una célula delictiva local lo roba, muchas veces con violencia, y lo entrega a un eslabón siguiente de la cadena.
En talleres clandestinos, los delincuentes alteran los números de serie del vehículo con herramientas especializadas. Los dígitos que indican su origen son modificados para dificultar su rastreo.
Una vez alterada su identidad, el automóvil se registra con documentos falsificados en otra entidad. Finalmente, es embarcado en contenedores que, en ocasiones, ocultan drogas sintéticas entre rollos de película plástica, como ocurrió recientemente en un decomiso en Veracruz con destino África.
Las bandas operan como una maquinaria precisa, explicó Mario Crosswell Arenas, ex director de la Oficina Coordinadora de Riesgos Asegurados (OCRA). Desde quien roba el vehículo hasta quien lo embarca, cada uno tiene un rol claro, aunque no siempre se conocen entre sí.
Un precedente paradigmático ocurrió en 1998, cuando la Interpol rastreó 114 vehículos robados en México que aparecieron en París. Los automóviles, entre ellos modelos clásicos como el Volkswagen Sedan, habían sido exportados legalmente gracias a permisos aparentemente en regla. En Francia, los autos eran modificados para convertirse en piezas de colección, triplicando su valor original.
La investigación reveló una cadena transnacional: desde talleres en México hasta distribuidores en Europa, pasando por puertos como el de Veracruz.
Fue necesaria la colaboración entre OCRA, la Interpol y fabricantes de autos para destapar el esquema. De acuerdo con datos de la OCRA, dichos automóviles fueron robados en la Ciudad de México, Estado de México e Hidalgo.
Después, los trasladaron al puerto del estado de Veracruz de donde los remarcaron y los trasladaron al Puerto de Havre, en Francia. Los 114 vehículos contaban con permiso de exportación.
En paralelo, el puerto de Veracruz también se ha convertido en un punto clave para el tráfico de drogas sintéticas. En un reciente operativo, la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Marina incautaron 290 kilogramos de metanfetamina escondidos en rollos de película plástica.
Este cargamento, con destino a Camerún, destapó una tendencia alarmante: la diversificación de rutas y mercados del narcotráfico mexicano desde Veracruz, con operaciones principalmente del Cártel Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, en alianza con mafias extranjeras de África, Europa, Asia y el Caribe.
La sofisticación de estas redes criminales no tiene límites, detalló la Asociación Mexicana de Seguridad Privada. Desde vehículos robados hasta drogas, todo se mueve en contenedores que escapan la revisión gracias a documentación falsificada y corrupción en las aduanas.
Pero no solo las drogas tienen un punto de salida desde Veracruz: el tráfico de autos robados es igualmente prominente.
Este tráfico ha ido en aumento, y las aduanas del puerto veracruzano se han convertido en un punto crítico de salida para estas mercancías ilegales.
Autos robados son transportados a puertos como el de Veracruz, donde son embarcados en contenedores con destino a otros continentes. En Europa, se han encontrado vehículos mexicanos en países como Francia, Alemania y Rusia, donde son reconfigurados y revenden con precios muy superiores a los de su valor original.
La ubicación estratégica de Veracruz lo convierte en un punto privilegiado para operaciones comerciales, legales e ilegales. Desde aquí, rutas marítimas conectan con Europa, África y Asia, permitiendo la exportación tanto de mercancías como de bienes ilícitos.
Además, el puerto de Veracruz cuenta con infraestructura avanzada, pero insuficiente para inspeccionar cada uno de los contenedores que transitan.
El impacto de esta maquinaria delictiva es devastador. La violencia es una constante: ocho de cada diez robos se cometen con armas, afectando a conductores y familias, de acuerdo con especialistas.
Además, el tráfico de drogas y vehículos genera pérdidas millonarias. La industria aseguradora desembolsa miles de millones de pesos en compensaciones, mientras que los consumidores enfrentan el incremento de primas.
En cuanto al tráfico de drogas, el reto es aún mayor. La expansión de los cárteles hacia mercados menos regulados, como África, exige una cooperación internacional más robusta.