San Rafael | 2025-02-03
El silencio de la madrugada fue interrumpido por la crudeza de una escena aterradora: dos cadáveres decapitados fueron encontrados en diferentes puntos de este municipio, sumiendo a la comunidad en una ola de miedo e incertidumbre, el día de ayer domingo, horas después del hallazgo, las autoridades ministeriales realizaron las diligencias correspondientes y trasladaron los restos al Servicio de Medicina Forense (SEMEFO) en Martínez de la Torre, donde permanecieron en espera de ser identificados.
Tal como se informó oportunamente, los cadáveres fueron localizados la mañana del domingo en sitios distintos: uno en la comunidad El Ojite y otro en Cementeras, ambos puntos pertenecientes a San Rafael, a medida que la noticia se esparcía por la región, familiares de personas desaparecidas acudieron a la Fiscalía General del Estado (FGE) en Martínez de la Torre, temiendo lo peor.
Tras las diligencias forenses, finalmente se confirmó la identidad de los occisos, el primer cadáver localizado en El Ojite pertenecía a Irám García Castro, de 36 años, conocido como "El Yiyijam", originario de Puntilla Aldama, el segundo, hallado en Sementeras, era Miguel Ángel Romano Poblano, un joven de apenas 22 años, vecino también de San Rafael.
La noticia cayó como un balde de agua fría sobre ambas familias, quienes entre el dolor y la consternación tuvieron que enfrentar el proceso legal para reclamar los restos de sus seres queridos.
Al momento las autoridades mantienen un absoluto hermetismo en torno a la investigación, sin ofrecer detalles sobre posibles líneas de investigación o sospechosos.
El hallazgo de estos cadáveres no es un hecho aislado, sino un reflejo del clima de inseguridad que ha ido en aumento en la región, la comunidad sanrafaelense se pregunta: ¿Quiénes fueron los responsables de este crimen atroz? ¿Qué mensaje se intenta enviar con esta brutalidad?
Por ahora, solo queda el eco de la tragedia y la exigencia de justicia de quienes hoy lloran la pérdida de sus seres queridos, mientras tanto, en San Rafael, la zozobra sigue latente, como un espectro que se niega a desvanecerse.