España | 2022-12-09
El calentamiento y la acidificación de las aguas de los océanos pone en riesgo a los organismos marinos que construyen sus esqueletos y caparazones con carbonato cálcico, como los corales, los briozoos, los moluscos, los erizos de mar o los crustáceos.
Así lo ha constatado un nuevo estudio liderado por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona en el que también han participado la British Antarctic Survey, el Instituto de Oceanología, la Academia Polaca de Ciencias y la Universidad de Gdansk (Polonia).
El trabajo, que publica la revista Ecography, se ha centrado en organismos con esqueletos de carbonato cálcico de los alrededores de la Antártida, en el Océano Austral, porque el carbonato cálcico es más soluble en aguas más ácidas y que contienen más dióxido de carbono (CO2), como las aguas más frías de las regiones polares, lo que dificulta a estas criaturas construir sus esqueletos.
Para elaborar el estudio, los investigadores analizaron el esqueleto de unos organismos marinos llamados briozoos, pequeños invertebrados que se alimentan por filtración, viven en el fondo del mar y pueden proporcionar hábitats complejos esenciales para una gran cantidad de especies.
"Igual que los corales, los briozoos pueden vivir en colonias y construir esqueletos a base de carbonato cálcico, pero están más distribuidos geográficamente, especialmente en las aguas antárticas. Además, presentan esqueletos con composición diversa y son productores de carbonato en el hemisferio sur, lo que los convierte en organismos modelo para estudiar los efectos del cambio global", ha detallado la investigadora del ICM-CSIC Blanca Figuerola.
La bióloga marina ha advertido de que las crecientes emisiones de CO2 están cambiando los océanos, provocando un aumento de la temperatura y cambios en la química del agua, y cuando los océanos absorben CO2, se acidifican.
A su vez, el CO2 disuelto reacciona con el agua de mar para formar ácido carbónico, lo que reduce la concentración de carbonato en el agua de mar.
Por ahora, se desconoce hasta qué punto las especies calcificadoras son capaces de ajustar la química de su esqueleto en respuesta a la combinación de estos (temperatura y pH) y otros factores de estrés.