Ciudad de México | 2023-08-22
A lo largo de la historia, el amor ha sido un tema recurrente en textos, canciones y películas. Desde la antigua Roma, donde los poetas elegíacos celebraban tanto el amor como el desamor, hasta nuestros días, este sentimiento ha ocupado un lugar central en la cultura. Sin embargo, a pesar de las inspiradoras historias de amor eterno, la ciencia sugiere que muchas parejas pueden enfrentar una realidad menos romántica: la duración del amor podría ser de solo cuatro años.
José Antonio Hinojosa, profesor de Psicología Experimental y Procesos Cognitivos en la Universidad Complutense de Madrid, explica que el amor no es un concepto uniforme, sino que existen diferentes tipos de amor, como el que se siente por los padres, amigos o mascotas.
La verdadera intriga reside en el amor romántico, que puede no ceñirse a la regla de los cuatro años.
La antropóloga biológica Helen Fisher, reconocida por su estudio de patrones de monogamia en diversas especies, señaló que el amor romántico evolucionó en nuestros antepasados hace cuatro millones de años como un mecanismo químico para establecer y mantener relaciones de pareja durante la crianza de un único hijo, que suele durar alrededor de cuatro años.
Esta teoría se alinea con la selección natural, ya que la unión de los padres durante este tiempo limitado aseguraba la supervivencia del hijo, favoreciendo así a quienes adoptaban este comportamiento.
Esta noción es respaldada por el presidente del departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, Joseph Heinrich, quien sostiene que la monogamia ha sido crucial para el éxito histórico de Occidente sobre otras civilizaciones.
Sin embargo, este patrón no necesariamente aplica a todos. Algunos estudios sugieren que las personas son monógamas sucesivas, lo que significa que establecen relaciones sucesivas que duran de dos a cuatro años, coincidiendo con el período de crianza de los hijos.
La parte química del amor también desempeña un papel esencial en esta dinámica. Hormonas como la oxitocina y la vasopresina, liberadas durante la fase romántica inicial, generan sensaciones placenteras y de recompensa.
No obstante, con el tiempo, la producción de estas hormonas disminuye, lo que puede explicar el declive gradual del enamoramiento.
No todo está perdido, ya que la teoría del triángulo del amor, que no tiene nada que ver con terceras personas, sino que sugiere que las relaciones duraderas se basan en la interacción entre atracción física, intimidad y compromiso.
A medida que el componente sexual cede espacio a la intimidad y al compromiso, las parejas pueden mantener una relación satisfactoria mucho después de los cuatro años.
En última instancia, mientras algunos puedan experimentar la regla de los cuatro años, otros podrán disfrutar de relaciones sólidas que evolucionan con el tiempo. La complejidad del amor humano demuestra que no hay un único patrón y que cada relación es única en su duración y naturaleza.