Jóvenes en Veracruz, la generación perdida en el cristal

*El cristal es ya la principal droga de impacto entre los jóvenes de Veracruz*

Xalapa | 2025-02-08

Son las seis de la tarde y un muchacho de no más de 17 años camina tambaleante por una calle en Xalapa. Lleva el pantalón roto, una sudadera con el logo de una marca deportiva y una mirada perdida. 

Los efectos no tardan en llegar. Su reflejo en la ventana de un Oxxo es un rostro que no reconoce. Temblores. Pérdida de peso. Ojeras profundas. Una ira que sube sin aviso. Frustración. Puños contra la pared. No importa. Nada importa. ¿Quién recuerda a los que desaparecen sin ser noticia?

A su alrededor, la ciudad sigue su ritmo: madres que regresan del trabajo, vendedores ambulantes, el tránsito denso de la hora pico. Nadie se detiene a mirarlo. Nadie parece notar que se está desmoronando.

Hace dos años, este chico se llamaba Francisco. En su casa ya no lo esperan. A los 14 probó cristal por primera vez. Tenía curiosidad, le dijeron que daba energía, que se sentía como volar. Ahora no recuerda ni cómo se siente estar sin ella. 

La abstinencia es como tener el diablo en la piel, dice.

El cristal es ya la principal droga de impacto entre los jóvenes de Veracruz, de acuerdo con reportes oficiales.

¿POR QUÉ LOS JÓVENES SE ESTÁN PERDIENDO EN EL CRISTAL?

Antes, la marihuana era la droga de entrada. Luego fue la cocaína. Ahora, en Veracruz el cristal ha tomado su lugar. No es solo la droga de moda; es la droga de inicio. 

Los datos refieren que en 2024, el Centro Estatal Contra las Adicciones en Veracruz atendió a 122 pacientes por consumo de cristal. Cien por ciento más que el año anterior. Cien por ciento más niños y adolescentes que cruzaron la línea.

El rango de edad de los consumidores es de 15 a 20 años. Pero hay casos de niños de 12, de 10. En algunas colonias de Xalapa, se han registrado menores que empezaron a consumir sustancias antes de aprender a multiplicar. 

Y no es que quieran morir. Es que no tienen miedo de hacerlo. Hay algo peor que la muerte: estar vivo y que no importe...

EL CUERPO ROTO, LA MENTE DESGARRADA

Los efectos del cristal no se ocultan. A Francisco se le caen los dientes. Sus manos tiemblan. Ha pasado días enteros sin dormir y no entiende por qué siente tanta furia todo el tiempo. A veces grita. A veces golpea las paredes. A veces le duelen los huesos, pero no puede explicarlo con palabras. 

El cristal te devora rápido. En unos meses, te cambia el rostro. En un año, te cambia la vida. Y muy pocos logran salir. ¿Recuperarse?  ¿Cómo se vuelve uno invisible? Fácil: siendo un adicto sin dinero.

¿Por qué el cristal? Es barato. Es fácil de conseguir. No necesitas conexiones con grandes narcos. Lo venden en las esquinas, en las fiestas, en la puerta de las escuelas. Los dealers ya no son ‘halcones’ en motocicleta con cadenas de oro: son los mismos jóvenes que lo consumen. La red es invisible, pero efectiva.

El acceso a esta droga se ha facilitado tanto que las políticas de prevención parecen estar peleando una guerra perdida. ¿Hay alguien que realmente esté intentando detener esto?

¿Qué sigue? Los expertos dicen que la única salida es la educación, la información, las familias involucradas. Pero Francisco no tiene familia. O la tenía, pero ya no lo esperan en casa.

Y hay muchos como él. En las colonias, en las calles, en los centros de rehabilitación con jóvenes que no saben cómo llegaron ahí.

Mientras tanto, el cristal sigue en las esquinas. Y sigue llamando a los que no tienen miedo de cruzar la línea. El cristal no perdona. Solo se cobra más lento que una bala.

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