Ciudad de México | 2024-11-15
Cuando las temperaturas descienden, el hogar se convierte en el refugio perfecto contra el invierno.
¿Cómo protegerse del frío sin que las facturas de luz suban como espuma? La respuesta no siempre está en encender la calefacción, sino en decisiones que pueden transformar la forma en que habitamos nuestras casas.
El invierno puede afectar profundamente la salud. Estudios revelan que los hogares fríos y húmedos aumentan el riesgo de padecer enfermedades respiratorias como bronquitis o neumonía, e intensifican problemas cardiovasculares en personas mayores.
Mantener la casa entre 18 y 21 grados Celsius no es un lujo, sino una medida esencial para preservar el bienestar.
Lograrlo no tiene por qué significar un gasto excesivo.
Paredes y techos: materiales como la fibra de vidrio y la lana de roca pueden reducir hasta un 30% la pérdida de calor.
Ventanas dobles: evitan que el frío entre y que el calor escape, generando un ahorro significativo en calefacción.
Selladores y burletes: Una solución sencilla y accesible para cerrar huecos en puertas y ventanas, eliminando corrientes de aire frío.
Luz solar gratuita: Aprovecha el calor natural abriendo cortinas durante el día y cerrándolas al anochecer. A veces, el sol es el mejor calefactor. Deja que sus rayos entren durante el día, pero cubre las ventanas con cortinas gruesas por la noche para retener el calor.
Cortinas gruesas y alfombras: estas barreras térmicas no solo aíslan, sino que aportan calidez al ambiente.
Muebles estratégicos: coloca camas y sofás lejos de ventanas y cerca de paredes internas para evitar puntos fríos.
Con estas medidas, no solo puedes mantener tu hogar cálido y proteger la salud, sino también reducir tu impacto ambiental. En cada rincón caliente, está la promesa de que el invierno no tiene por qué ser una batalla perdida, protegiendo tanto la salud como el bolsillo.