México | 2024-12-18
Fue precisamente en este mes de diciembre que Japón atacó la fuerza naval del Pacífico en el puerto de Pearl Harbor en la isla de Oahu en Hawái, donde hundieron varios acorazados y mataron a cerca de dos mil 300 soldados estadunidenses.
Fue un domingo de 1941 en las primeras horas de la mañana el ataque sorpresa utilizando a 360 aviones cazatorpederos y bombarderos los cuales destruyeron por completo la fuerza aérea norteamericana que tenía como base esa isla. Al día siguiente el presidente Franklin Roosevelt declaró la guerra.
La humanidad pasa hoy por uno de los períodos más peligrosos de su historia. En algunos aspectos, lo que está sucediendo no tiene precedentes; pero, en otros, es una herencia directa de los conflictos anteriores que enfrentaron a Occidente con sus adversarios.
No voy a extenderme mucho en las relaciones que trajo consigo en todas las latitudes, la expansión colonial europea, y que fueron incontables. Lo que pretendo es centrarme en un ámbito mucho más limitado como es el de los países que, en el transcurso de los dos últimos siglos, han intentado resueltamente poner en tela de juicio la supremacía global del Occidente.
No obstante, buena parte de la preponderancia perdida la "recuperó "esa otra potencia occidental que son los Estados Unidos de América.
La magna nación de allende el Atlántico se alzó hasta el primer puesto hace más de cien años; ella fue la que se encargó de bloquear el camino a todos los enemigos de su bando; y, en el momento en que escribo estas líneas, conserva la primacía merced a su potencia militar y su capacidad científica e industrial, así como a su influencia política y mediática en el conjunto del planeta.
Pues estamos errando el camino si creemos que a la humanidad tiene que encabezarla obligatoriamente una potencia hegemónica y que solo quepa la esperanza de que lo haga la menos mala, la que cometa menos atropellos, aquella cuyo yugo sea menos pesado.
Ninguna merece ocupar una posición tan abrumadora, ni China, ni Estados Unidos de América, ni Rusia, ni la India, ni Inglaterra, ni Alemania, ni Francia, ni tan siquiera Europa unida. Todas, sin excepción, se volverían arrogantes, depredadoras, tiránicas, odiosas, si se hallasen en una situación de omnipotencia, por más que fuesen portadoras de los más nobles principios.
Tal es la gran enseñanza que nos prodiga la historia y hay en ella quizá, por encima de las tragedias de ayer y de hoy, el esbozo de una solución.
Lo que se vive hoy en día en la guerra de Rusia contra Ucrania que cuenta con todo el apoyo militar y económico de los Estados Unidos. La amistad que existe entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin, lo que puede ocurrir con la respuesta de armas nucleares si continúa ese apoyo que deja el presidente Joe Biden a los países aliados a la OTAN ala que se encuentra incorporado el gobierno de Ucrania.