La farsa que una vez más impondrá a Rosario Piedra en la CNDH

Política a la veracruzana

México | 2024-11-13

En el teatro de una democracia simulada, donde la representación legítima y la equidad deben gobernar, nuevamente los mexicanos y mexicanas observan una puesta en escena que obliga a mirar al escenario con desconfianza y preocupación: la convocatoria de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), donde Rosario Piedra vuelve a ocupar un papel central. Para aquellos que consideran el estado de derecho como el pilar inamovible de la sociedad, esta situación no solo es cuestionable, sino profundamente alarmante.

La CNDH, concebida como un guardián de los derechos humanos y una institución autónoma frente al poder, enfrenta nuevamente el escrutinio público ante las recientes decisiones y actuaciones concernientes a su liderazgo. Es crucial, como ciudadanos comprometidos con el destino democrático de la nación, examinan estas acciones con un sentido crítico y una voz colectiva.

Desde el inicio de su gestión, Rosario Piedra no ha estado ajena a la controversia. Son numerosas las críticas y acusaciones sobre conflictividades que comprometen la independencia y funcionamiento efectivo de la CNDH. Con una trayectoria que, para muchos, no garantiza transparencia ni imparcialidad, la convocatoria de Piedra vuelve a suscitar preguntas imprescindibles: ¿Está la CNDH cumpliendo con su deber de defensor imparcial de los derechos humanos? ¿Se están respetando los principios constitucionales que rigen su operación?

Es fundamental argumentar que la integridad y legitimidad de una institución de este calibre no debe ser puesta en jaque ni por afinidades políticas ni por favoritismos evidentes. Sin embargo, lo que observamos tras la fachada de discursos y promesas es un espectáculo que amenaza con socavar la confianza pública en la CNDH.

Las implicaciones de un liderazgo que no actúa con la mayor diligencia y ética trascienden más allá de la CNDH. Afectan nuestra percepción colectiva del estado de derecho y erosionan los cimientos de la democracia misma. En este sentido, es esencial que nos preguntemos: ¿cómo puede una institución cumplir con su mandato si aquellas a quienes se les ha confiado carecen de la credibilidad necesaria?

La democracia es un esfuerzo colectivo que exige la participación responsable de sus ciudadanos. Urge independencia y transparencia, en la antesala de un simulado proceso que culminará en el senador con la reelección de Rosario Piedra.

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