México | 2024-12-09
Pese a que en estos días ya impera el espíritu navideño, diciembre será un mes de intensa actividad político-electoral en Veracruz.
Muchos políticos, en paralelo, tendrán que ir pensando en la posada, pero también en alistar sus documentos para poder cumplir con los requisitos e inscribirse en sus partidos y disputar un cargo de elección popular en 2025.
Por lo pronto, quien ya se alista para abrir sus plataformas de registro de candidatos es Morena.
Será el próximo 12 de diciembre cuando, en línea como ha ocurrido en los últimos procesos, los aspirantes puedan inscribirse para ser candidatos de la institución política que Andrés Manuel López Obrador hizo crecer descomunalmente.
Cabe destacar que, para el 4 de febrero de 2025, Morena deberá tener casi seleccionados a todos sus candidatos.
Cada municipio será analizado por el partido en el poder. Lo que es casi un hecho es que, aunque se hable de la parafernalia de las encuestas en ayuntamientos clave, habrá candidatos de unidad.
Uno de esos ayuntamientos donde se perfila que el aspirante de Morena sea de unidad es Coatzacoalcos.
Podrá abrirse el espectáculo público de que se inscriban 2, 3 o 10 personas, pero de manera interna ya se perfila que habrá, como en los tiempos del PRI, algo que algunos llaman "dedazo".
El razonamiento es sencillo: meter en una competencia interna a dos o tres candidatos en este municipio podría provocar una fractura política que mermaría un triunfo contundente.
No se quiere correr ese riesgo, y se busca, por encima de todo, que las diferentes corrientes del morenismo en Coatzacoalcos caminen en la misma dirección.
Por otra parte, en el escritorio de quien debe decidir, ya hay tres nombres, no más.
Un hombre y dos mujeres integran la terna inicial para el posible candidato en esta ciudad petrolera.
Dicen los que saben que, prácticamente, la elección se reduce a dos opciones.
Esto porque, si la lógica y los preceptos internos de Morena predominan en cuanto a la equitativa participación de mujeres —como ocurrió con Rocío Nahle en Veracruz o con la "remoción" de Tania Cruz Santos tras haber ganado la encuesta interna—, en Coatzacoalcos la candidata tendrá que ser una mujer.
Al menos, esa es la lógica legal que Morena ha aplicado en los últimos días. Además, tendría que ser mujer porque los últimos dos candidatos de Morena en Coatzacoalcos han sido hombres.
Mucho se dice que es tiempo de mujeres, veremos.
El reciente acuerdo del Consejo General del Organismo Público Local Electoral (OPLE) de Veracruz sobre los bloques de competitividad y la paridad de género en los ayuntamientos para el proceso electoral 2024-2025 marca un paso significativo hacia la equidad en la representación política. Sin embargo, también abre la puerta a una reflexión más profunda sobre los retos de esta medida.
La alternancia de género en las candidaturas para regidurías, establecida en el artículo 16 del Código Electoral de Veracruz, busca equilibrar la balanza histórica de desigualdad entre hombres y mujeres en los espacios de poder.
En este proceso, los partidos políticos deberán cumplir con la postulación alternada respecto al género que encabezó las fórmulas en las elecciones de 2020-2021 y 2022, salvo en municipios con una integración mayoritaria masculina en ayuntamientos de tres ediles.
En teoría, la paridad de género es una medida justa y necesaria. Permite que más mujeres accedan a posiciones de poder en un país donde la política ha sido tradicionalmente un espacio dominado por hombres. Sin embargo, en la práctica, garantizar que haya más mujeres no siempre asegura que se mejore la calidad de la representación.
El ejemplo de Coatzacoalcos, donde la alternancia de género aplicará para la fórmula de la regiduría primera, es ilustrativo. En procesos previos, algunos partidos, como Movimiento Ciudadano, postularon a hombres en esta posición. En 2025, estarán obligados a postular a una mujer.
Este cambio es positivo desde una perspectiva de equidad, pero la verdadera cuestión no es si quien ocupa el cargo es hombre o mujer, sino si está preparado y comprometido para desempeñar su función.
La política efectiva no depende del género, sino de las capacidades, la preparación y el compromiso con el bien común. Tristemente, hemos sido testigos de casos donde la paridad de género no se ha traducido en una mejora en la calidad del liderazgo.
Esto no desacredita el principio de paridad, pero sí nos invita a reforzar los filtros de selección de candidatos y a exigir a los partidos políticos que postulen a personas con auténtica vocación de servicio.
La inclusión de mujeres en las listas de candidatos no debe verse como un simple cumplimiento de cuotas, sino como una oportunidad para diversificar las perspectivas en los espacios de toma de decisiones. Sin embargo, el verdadero cambio ocurrirá cuando el mérito y las capacidades sean el principal criterio para elegir a los representantes populares, independientemente de su género.
La paridad de género es el comienzo; construir una política de calidad es el desafío que sigue.
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