México | 2025-03-07
La Cruz Roja de Coatzacoalcos no está solo en crisis; está en terapia intensiva, con un diagnóstico reservado.
Mientras la comunidad espera un milagro, la benemérita institución agoniza entre deudas, vehículos inservibles y una administración que, por momentos, parece más un laberinto burocrático que un centro de auxilio.
En este escenario, el nuevo comité del patronato que tomará protesta en los próximos días tiene la compleja misión de revivir a un paciente que ya muestra signos de insuficiencia financiera severa.
Hoy, la emblemática organización humanitaria parece un hospital sin medicamentos o una ambulancia varada en la carretera con la sirena muda.
Dos de sus ambulancias han quedado fuera de servicio por falta de recursos para su reparación, y otras dos están en una condición similar, a la espera de un trasplante de piezas que permita, al menos, revivir una de ellas.
Esta imagen de desamparo es un golpe directo al corazón de una ciudad que depende de estos servicios para atender emergencias.
Pero el colapso no es solo mecánico y operativo; también es financiero. Con una deuda superior al medio millón de pesos en cuentas de electricidad, la Cruz Roja local enfrenta la paradoja de ser una institución de auxilio que ahora clama por ayuda.
Lo más preocupante es que las pocas donaciones que podrían servir de respiración artificial no llegan directamente a la sede en Coatzacoalcos, sino que primero pasan por la delegación estatal de Veracruz, donde se administran a discreción.
En otras palabras, la Cruz Roja local está atada de manos, con un suministro de oxígeno económico que se regula desde otra sala de emergencias.
El nuevo comité del patronato se enfrentará a una cirugía mayor: recuperar la confianza de la ciudadanía, sanear las finanzas y reactivar la operatividad.
Pero para lograrlo, debe evitar que la institución siga dependiendo de transfusiones esporádicas y empezar a generar mecanismos sostenibles de financiamiento.
La sociedad de Coatzacoalcos, que ha visto a la Cruz Roja salvar incontables vidas, debe ahora convertirse en su salvavidas. Pero esto solo ocurrirá si la transparencia y la rendición de cuentas se convierten en el eje rector de su recuperación.
En este momento, la Cruz Roja no necesita paliativos ni buenas intenciones; requiere una estrategia de emergencia con acciones concretas.
Porque si no se actúa con rapidez, la ciudad podría quedarse con un símbolo de auxilio que solo existe en el recuerdo y en las placas oxidadas de las ambulancias que nunca pudieron volver a rodar.
Como se decía párrafos arriba, el nuevo comité tomará posesión en los próximos días, y es claro decir que la Cruz Roja estará en buenas manos.
Por lo pronto, el contador Jorge Fernández Franco será el presidente, un tuxpeño que además es activista social, filántropo, profesional de renombre, chile de todos los moles y amo y señor del Reino de los Bocoles y la Estrujada en Coatzacoalcos.
Junto a Jorge estarán Segismundo González Treviño como presidente, Manuel Enrique Vera Gómez como secretario, Hugo Antonio Delfín Montiel como tesorero, y los consejeros serán el doctor Alfredo Phinder Villalón, Andrés Lagunes Vivero, el licenciado Víctor Tiburcio Zamaario, el periodista Alfonso Villalobos Alafita y Rutilo Villanueva. Suerte a todos.
Su primer reto será entregar buenas cuentas en la Colecta Anual que se realiza e inicia el próximo 19 de marzo.
Ayer, sin escucharse el estribillo musical —y bien pudiera ser el leitmotiv de su campaña—, la mayoría de los presentes en el salón del hotel Enríquez en Coatzacoalcos traían en la mente la canción de los autores italianos Agatino Romero, Jaxomy y Raffaella Carrá.
Sí, todos, aunque no se escuchó ni una sola voz, parecía que en su mente retumbaba "...el Pedro... Pedro... Pedro... Pedro... ¡Pe...!", el mejor de toda Santa Fe, aunque en este caso sería Coatzacoalcos.
Fue una pasarela política sureña, que ayudó a demostrar unidad, pero también a enseñar el músculo de quienes están con el ahora candidato por las encuestas de Morena, Pedro Miguel Rosaldo García.
Ya habrá columnistas socialeros de la política que mencionen los nombres. Basta con comentar que muchos violentaron su horario laboral para estar con el exsubsecretario de Egresos de Sefiplan. Si se hacen efectivos los descuentos, la nómina quincenal será menor.
Estuvieron diputados locales, federales, regidores, expriístas ahora en el Partido Verde Ecologista, directores de entidades municipales como la responsable de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento, la del Registro Civil, el director de Gobernación, el alcalde de Agua Dulce, la precandidata al gobierno de Moloacán, el director de Protección Civil, la directora del Itesco... todos querían estar cerca y tomarse la foto con el que pronto será el candidato oficial a la alcaldía de Coatzacoalcos.
Se observó un Pedro Miguel sudoroso, estuvo siempre cerca de Miguel Pintos. Incluso a él le preguntó: "Oye, ¿no tienes calor?" —El diputado traía una chamarra de cuero y el salón estaba a reventar—. El legislador veracruzano le respondió: "Yo no, yo no tengo calor".
¡Vaya! Hasta los consejeros de la CEAPP y activistas de Morena llegaron a checar que "no hubiera violaciones a los derechos" de los periodistas en el evento. ¡Ajá! y ¡recontra ajá! diría el maestro Cevejara.
Dicen los que saben que, aunque la subsecretaria de Sedesol, Eusebia Cortés Pérez, no estuvo físicamente en el evento, hubo quien se dio cuenta de que estuvo observando las transmisiones que realizaron los medios de comunicación del evento de Pedro Miguel Rosaldo. ¿Será? Igual y fue alguien que le administra sus cuentas en redes sociales.
Por lo pronto, Pedro Miguel, luego de su discurso de unidad y en su acercamiento con la prensa, respondió bien los cuestionamientos, incluso algunos con un tono de sarcasmo, como cuando le preguntaron por las encuestas y dijo que no sabía que trabajaba en el CEN de Morena.
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