Señales de alerta del ciberacoso: ¿qué deben vigilar los padres? Estas son las claves

*Grooming, el peligro silencioso que acecha a las infancias y adolescencias*

Ciudad de México | 2025-01-09


El grooming, también conocido como ciberacoso con connotación sexual, afecta a niños y adolescentes en espacios digitales. Adultos emplean perfiles falsos en redes sociales para ganarse la confianza de menores y destaca como un riesgo en la era de la hiperconectividad. 

La doctora en psicología Santos Becerril Pérez alertó sobre la necesidad de atención y corresponsabilidad para proteger a las generaciones más jóvenes.

Aunque la tecnología ha traído consigo avances en habilidades, también ha aumentado los riesgos, como el grooming y el ciberacoso

Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 25 % de los adolescentes ha sufrido ciberacoso, y el 42 % ha recibido mensajes de índole sexual.

Entre las razones que llevan a los jóvenes a exponerse en redes sociales destacan la búsqueda de popularidad (27 %), la necesidad de aceptación (28 %) y el deseo de compañía (44 %). 

Sin embargo, estas interacciones, que en ocasiones comienzan de forma inofensiva, pueden derivar en dinámicas peligrosas de control y aislamiento.

LAS ETAPAS DEL GROOMING: DEL ENGAÑO AL CONTROL

A partir de este punto, la víctima es aislada y privada de redes de apoyo, aumentando su vulnerabilidad.

SEÑALES DE ALERTA Y ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN

Los menores afectados suelen mostrar comportamientos como aislamiento, pérdida de interés en actividades favoritas, vergüenza y síntomas físicos como insomnio o dolores frecuentes. 

Es crucial que los adultos en su entorno mantengan una escucha empática y ofrezcan acompañamiento emocional. 

En primer lugar, es necesaria una educación afectivo-sexual, que forme a los más jóvenes en materia de sexualidad, y al mismo tiempo es importante la formación en un uso seguro y responsable de las herramientas digitales.

Además, se recomienda establecer límites claros en el uso de dispositivos, contar con control parental adecuado y, de ser necesario, buscar apoyo profesional o policial.

Comunicación y la educación afectivo-sexual, juntas con el apoyo del entorno más cercano a los menores, son las herramientas más eficaces para prevenir la violencia, así como para no perpetuar sus consecuencias.

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