| 2022-11-03
Llorar, nadie está exento de hacerlo, por sentimiento, dolor, pena, soledad; pueden haber tantas emociones detrás de la aflicción.
Para algunos, llorar es un signo de debilidad o vergüenza, pero nada más lejos de la verdad. Llorar ofrece una descarga, un desahogo que sana, pues el llanto libera una serie de hormonas que reconfortan, como un calmante natural o sedante que aligera la tristeza, la rabia o la frustración que estamos padeciendo; las lágrimas liberan la tensión.
Según investigaciones, llorar cuando es necesario, activa el sistema nervioso parasimpático, un regulador interno de cómo gasta energía nuestro cuerpo. Una vez que las lágrimas lo accionan, comienzas a sentirte relajado, tranquilo (a).
Además, se desencadenan otras respuestas fisiológicas que equilibran tu bienestar. Por ejemplo, cuando estás bajo una presión intensa, tu organismo remite la hormona cortisol, si esta se acumula, enferma. Si lloras, la remisión disminuye y sucede una calma interior.
Así que no te dé pena, suéltate si es lo que tu cuerpo te exige, llora sin temor ni represión, comparte tus sentimientos y sana tus emociones.
No solo sentirás paz interna, alivio, si no crearás lazos y empatía con tus seres queridos, fortalecerás conexiones sociales y rendirás al máximo en lo que te toca del día.
Date permiso, a solas o en público, pero no contengas esas lágrimas que como bálsamo cerrará heridas, en breve estarás más que dispuesto a seguir adelante.
En realidad,