Bares, foco de contagio
Un estudio reciente por un Equipo de Respuesta al COVID-19 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EU llegó a la conclusión de que restaurantes y bares serían los principales focos de infección del virus en los meses de octubre y noviembre, cuando estos sitios sean reabiertos en varias partes del mundo.
Y es que, en ambos lugares, hay características y actividades en común que facilitarían la propagación, como tener que quitarse cubrebocas y máscaras para poder ingerir bebidas o comida, estar encerrados con clima artificial y tener cierta cercanía en un mismo sitio.
Sin embargo, para muchos otros expertos, los riesgos en un bar o centro nocturno son mayores que en un restaurante, y en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río pareciera ser que la realidad respalda a la teoría.
Imagen del Golfo recorrió varios bares y restaurantes, descubriendo que las medidas de prevención, así como la “relajación” no son las mismas.
Grandes diferencias
En la mayoría de los bares, los tapetes sanitizantes están secos y en algunos ni siquiera hay. Mientras que en los restaurantes sí. Todos tienen.
En los dos lugares, hay letreros que exhortan a ingresar al sitio con cubrebocas, en algunos bares no, sin embargo, en los restaurantes sí te lo exigen, en los bares no y entran los clientes sin nada y como si nada.
En el restaurante el mesero te mide la temperatura, te sanitiza con un rociador y te exhorta a usar gel. En los bares ninguna de estas acciones existe, si acaso, hay geles, pero nadie te invita a usarlo.
Las mesas en los restaurantes están separadas a casi dos metros, en algunos la mayoría de los bares la distancia es de un metro. En algunos restaurantes el menú es por código QR o en una tablet que sanitizan después de su uso. En los bares se siguen usando menús de papel o plástico.
Peligro
Juan, Fallo y “Bola” beben y cotorrean en la misma mesa, pero por lo alto de la música del bar (rockola) se tienen que acercar casi frente a frente para gritarse a la hora de “platicar”, lo mismo hacen con el mesero que no trae cubrebocas y con la “fichera” quien tampoco lo porta.
Malinda, quien atendió a un trabajador del muelle, es sacada a bailar por otro joven que se desconoce de donde venga, después de ello, la solicita otro señor, quien platica durante una hora con ella muy de cerca.
En otro bar, a un lado de Plaza Cristal, se ven dos chicas que tosen de vez en vez, los clientes siguen llegando a cuenta gotas, pero ninguno con cubrebocas, en la barra hay 4 personas, distanciadas a máximo un metro, una de ellas también tose.
Algunos de los bares visitados estaban a su 40-50% de ocupación, las mujeres y meseros van y vienen, en el baño varones entran y salen. Las mesas cuando son desocupadas sólo les pasan un trapo por encima, en el los restaurantes las limpian y sanitizan después de ser usadas.
¡Usted decide!