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Desde las 15:16 horas, hora local, del martes 25 de febrero, Chile registró el peor apagón masivo de su historia, afectando al 95% de sus 20 millones de habitantes durante las últimas 24 horas, y siguiendo en curso.
Supuestamente, el problema habría tenido su origen en la red troncal de alta tensión, transportadora de electricidad, habiendo sufrido un fallo en la línea de 500 kV, que conecta el norte con el centro del país.
Desde la región de Arica y Parinacota a Los Lagos se vio completamente interrumpido el servicio de energía eléctrica; aunque la ministra de Interior, Carolina Tohá, descartó que se tratase de un ciberataque, el hecho dejó en evidencia las deficiencias en mantenimiento e infraestructura eléctrica, que ya ha señalado la Comisión Nacional de Energía (CNE).
La falta de energía eléctrica en todo el país significó una paralización de las principales fuentes económicas, empezando por el sector minero, que representa el 15% del PIB de Chile y tuvo que pausar sus actividades en zonas clave como Escondida, Chuquicamata y Los Pelambres.
Chile es uno de los principales productores de cobre en el mundo, por lo que este rezago producto de la falta de energía tendría efectos en el mercado internacional.
Dentro del país, hubo suspensiones de clases, afectando a al menos 300 mil estudiantes, cierre de supermercados, centros comerciales, estaciones de servicio, cajeros automáticos y caída de redes telefónicas. Hospitales y clínicas se vieron obligados a operar con sistemas de respaldo menos eficientes.
La interrupción en el servicio del metro en la capital, Santiago, provocó que sus usuarios fueran evacuados, viéndose obligados a caminar bajo 30 grados de temperatura para llegar a sus destinos.
El gobierno chileno decretó un estado de emergencia energética, y toque de queda desde las 22:00 horas del martes hasta las 06:00 horas de este miércoles. La medida se levantó al restablecerse el servicio en el 99% de los hogares, según informó la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC).
Sin embargo, esta falla masiva puso en evidencia las deficiencias del sistema eléctrico chileno, y ha llevado a expertos a señalar la necesidad de modernizar las redes de transmisión, diversificar la matriz energética para mayor estabilidad, apostar por energías renovables e integrar sistemas de almacenamiento para equilibrar la demanda.