Injusticias, pobreza, desigualdad y desprecio por instituciones de justicia, ahondan crisis de derechos humanos en el mundo: ONU
Un político además de sensibilidad y carisma evidentemente requiere de conocimientos que permitan una buena dirección y sobre todo la importancia del respeto a los derechos humanos y el impulso de políticas publicas que permitan un mejor desarrollo, de ahí la importancia de los juristas en la vida pública y política.
Son quienes permiten una construcción social; su formación reflexiva coadyuba aidentificar problemas y a su vez proponer soluciones. Todo ello me viene a la mente, luego de recordar el reciente discurso de Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos al presentar su Informe anual en marzo de este año, quien reconoce contextos y tareas difíciles a la hora de tender puentes entre la sociedad civil, los defensores y defensoras de derechos humanos y las instituciones del Estado.
De ahí que refiere, que es la colaboración y cooperación de los países, la principal señal que indica que un Estado está dispuesto de verdad a cumplir con sus compromisos en materia de derechos humanos. El alto comisionado ha reconocido además que hay a quienes no les gusta escuchar sobre el compromiso internacional de mejorar la calidad de vidas de las personas en el mundo.
De manera avasallante informó que el desprecio por los seres humanos alcanza niveles insondables cuando una guerra se desata, y cuando la violencia pasa a formar parte del día a día y así refiere que una cuarta parte de la humanidad vive en la actualidad en lugares afectados por conflictos, y son los y las civiles los que más sufren las consecuencias. La paz -dice- es un bien precioso a la vez que frágil, “debemos cuidarla y cultivarla”, de ahí que refiere, para lograrlo es necesario respetar la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, que incluye la normativa internacional de derechos humanos.
En resumen, queridos lectores, la paz del mundo, la felicidad y estabilidad esta soportada en el derecho y el respeto de los derechos, haciendo énfasis en los derechos humanos, pero no descartando el andamiaje legal en lo general.Sumado a la guerra y los conflictos -apunta- esta otra gran problemática; “la discriminación y el racismo son amenazas virulentas, tanto para la dignidad humana como para las relaciones que entablamos con otros seres humanos. Convierten el odio en un arma. Humillan y vulneran los derechos humanos, alimentando los agravios y la desesperación, además de obstaculizar el desarrollo”.
Y así, tajante, directo, sin tapujos, el abogado austriaco y Alto comisionado de las Naciones Unidas, refiere el horror que le causa, el desprecio contra las mujeres, reconoce que la igualdad de las mujeres es un tema aun pendiente, pues ese ultraje a éste género se extiende por Internet por parte de algunos denominados «influencers», los cuales generan actitudes sociales que ignoran, o incluso toleran, la violencia de género, así como la cosificación dominante de las mujeres, ello evidentemente sumado a la escasez de políticas publicas y acciones de los estados para erradicar este mal.
De manera más general -advierte- el alcance y magnitud de la discriminación contra las mujeres y las niñas, circunstancia que propicia una de las violaciones de derechos humanos más acuciantes en todo el planeta, por lo que uno de los objetivos principales de su función -ha dicho- consistirá en intentar eliminarla.
La represión y persecución de las mujeres constituye un freno para la economía y el futuro del mundo, refiere. De igual manera -precisa- que el vil discurso de odio no solo se dirige contra mujeres y niñas, sino también contra las y los judíos y judías; musulmanes; personas LGBTIQ+; refugiados y refugiadas; migrantes, y muchas otras personas pertenecientes a grupos minoritarios. “La violencia que se ejerce de forma tan desproporcionada por parte de agentes encargados de hacer cumplir la ley supone un ejemplo del profundo daño estructural que está arraigado en la discriminación racial”.
Dentro de todo su discurso, minucioso y detallado sobre la situación de diversas regiones y países en el mundo, abunda en las injusticias estructurales, la pobreza extrema y el incremento disparado de las desigualdades, hechos que constituyen enormes deficiencias en materia de derechos humanos. Se refiere a la importancia de hacer frente a retos de injusticia estructural y desigual, mediante la creación de economías que generen confianza en los gobiernos y promuevan los derechos y el bienestar de las personas.
“Una economía de derechos humanos” dice, es aquella cuyo objetivo de promover los derechos humanos conforma todas las decisiones nacionales en materia económica, fiscal, monetaria, de inversión y empresarial. Escuchar a la sociedad civil para lograr la resolución de problemas es primordial y urgente y así es que pidió en ese extraordinario discurso, a todos los jefes de Estado o de gobierno, que escuchen a las personas y, en particular, a las víctimas y a los defensores y defensoras de los derechos humanos. “Son personas que tienen las vivencias más profundas sobre estas cuestiones, y tienen algo que contar y que ustedes necesitan oír”.
“Me alarma el número y la variedad de países en los que debo informar de medidas que socavan las instituciones de justicia, las libertades de los medios de comunicación y el espacio para las libertades cívicas fundamentales”. Así la realidad de un mundo, que como en nuestro país pareciera mantener cierto desprecio por el respeto a los derechos humanos y la exigencia de los juristas por el respeto de éstos.
