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Luego de lo visto en la colonia Vista Alegre de Boca del Río donde la policía dejó en libertad a un sujeto al que habían amarrado luego de que presuntamente fue sorprendido robando en una vivienda, nos deja con un doble amargo sabor de boca.
En primera, el de la falta de organización de los propios vecinos que lograron su detención y lo dejaron amarrado y ya prácticamente empaquetado a la policía para que alguno de ellos los acompañara a interponer la denuncia ante la Fiscalía y así pudieran procesarlo, pero al final ninguno se animó.
El segundo mal sabor de boca es el de saber que nadie quiso acudir a sabiendas de que el sistema de justicia en nuestro país es algo sumamente tedioso y la mayoría de las veces los delincuentes obtienen su libertad con facilidad, lo que ha causado grandes frustraciones a víctimas, cosa que todos ahí quisieron ahorrarse.
Al final todo esto no es más que otro ejemplo del deterioro que vive el sistema judicial y procesal en Veracruz, donde pocos son los que se animan a denunciar y muchas veces terminan perdiendo su tiempo y la mayoría de plano ya no se anima a hacerlo para mejor no perder su tiempo.
Quien camina por las viejas calles y callejones del centro histórico de Veracruz puede observar agua en banquetas y en registros, así como en las orillas de las tapas de cemento.
Lo primero que se pregunta uno es de dónde sale agua si se supone que en las viejas casonas no tienen suministro, a menos que alguien quiera regalarla a los fantasmas que se supone las habitan.
Y la otra pregunta es, ¿Quién paga por ese líquido que se va a las alcantarillas?
Curioso, ¿no?
Y pensar que se acerca el estiaje y todavía hay fantasmas que desperdician el vital líquido.
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