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Cocina comunitaria Pata de Vaca, amparo de población marginada

Cocina comunitaria Pata de Vaca, amparo de población marginada

La Cocina comunitaria Pata de Vaca, a más de un año de haberse creado, se ha convertido en un espacio de gran ayuda a la población marginada de este municipio, principalmente en estos tiempos de pandemia en que el dinero escasea entre las familias jaltipanecas.

Luis Aldo Román, encargado de dicha cocina, indicó que fue hace 15 años que se fundó el grupo de jaraneros Pata de Vaca, como un proyecto para mantener viva la tradición del son jarocho entre las nuevas generaciones de niños y jóvenes y desde esa fecha, han llevado a cabo una serie de proyectos entre los que destacan los talleres de son jarocho, mediante el cual imparten clases de versada y zapateado.

Sin embargo en enero del 2020, nació el proyecto de la cocina comunitaria, en este mismo lugar donde imparten los talleres: La calle Veracruz casi esquina con Moctezuma de la colonia Agraria.

Desde esa fecha,  a través de la cocina comunitaria distribuyen alimentos preparados a familias de escasos recursos de los diferentes sectores del municipio.

Una labor difícil, tomando en cuenta los altos costos de los insumos e ingredientes que se necesitan para la preparación de la comida.

Luis Aldo Román indicó que este proyecto fue apoyado desde sus inicios por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), cuyo director Aníbal Ramsés Martínez Cámara, canaliza de forma periódica,  despensas con productos de la canasta básica.

Importante  sin lugar a dudas, el apoyo que brindan personas altruistas y principalmente comerciantes del mercadito Santos Degollado, así como tablajeros de la calle Lerdo de Tejada, entre ellos Cali Mayo, quienes donan desde carne, huesitos, verduras, frutas y hasta condimentos.

De esta manera es posible la preparación de los alimentos en la cocina comunitaria Pata de Vaca, por un grupo de personas altruistas, entre ellas Rosario Vargas, quienes sin percibir una remuneración económica, realizan esta noble labor, en pro de los más necesitados.

En el año 2020 eran 300 personas las beneficiadas con una ración alimenticia, sin embargo con la pandemia la cifra fue creciendo y actualmente son un promedio de mil 200 los beneficiarios que llegan por un plato de comida, dando 5 pesos que son utilizados por las cocineras para la compra de insumos o ingredientes.

Desde el vendedor ambulante, el jubilado, la ama de casa, el taxista, el obrero, el trabajador multiusos, aquel que sale diariamente buscando ser empleado de lo que caiga o bien el desempleado, acuden los días lunes, miércoles y viernes de 13 a 16 horas a esta cocina comunitaria, para procurarse sus sagrados alimentos que van desde platillos saludables hechos a base de soya, arroz, frijol, verduras, pero también un caldo de res, mole,  barbacoa, horneado , pozole y demás platillos que junto con el agua de frutas, café o atole, son preparados con mucho amor en esa cocina comunitaria, pero también atendiendo las medidas preventivas que se requieren en estos tiempos de pandemia.

Los beneficiarios reciben también cobertores, ropa, calzado y demás apoyos que son canalizados a través de este espacio, por el DIF Municipal.

Luis Aldo Román señaló que el proyecto es que este tipo de instalaciones sea auto sustentable, que sin importar la administración municipal que esté, siga funcionando en beneficio del pueblo, pero además que no sea la única sino que se extienda a los demás sectores.

Aunado a la cocina, funciona en este lugar un vivero para la producción de plantas de especies nativas, además de tomate, epazote, cebollín, así como un vivero de mojarra, un horno para pan, que permita generar recursos económicos para el sostenimiento y mantenimiento del lugar.

Indicó que además  el ser famosos como grupo de jaraneros también les ha valido para compartir las regalías por las canciones que tienen registradas, pues las ganancias que perciben por esto lo canalizan para lo que se necesita en esta cocina comunitaria.

Luis Aldo Román, destacó que así, combinar la música del son jarocho con este proyecto ha sido algo difícil, pero no imposible, porque requiere mucha responsabilidad y muchas horas de trabajo, sin embargo cuando está cansado se sienta a tocar, a cantar, a componer algún son.

“Es algo estresante, pero que reconforta, porque con ello estamos dejando nuestro legado, pues no sólo estamos contribuyendo para que se preserve el son jarocho, sino además de esta labor de compartir, de ayudar a través de la cocina, de reintegrar a Jáltipan un poco de lo mucho que nos ha dado” dijo Luis Aldo Román.