Xalapa | 2022-08-18
“¿Por qué a ellos? ¡¿Por qué a los niños?!”, se repetía una y otra vez Julia Ortiz González, frente a la terrible escena que la marcaría por el resto de su vida.
Eran las 07:30 del sábado 21 de agosto de 2021. Había estado lloviendo toda la noche y la calle Brisa de Sedeño, en la colonia Loma Bonita, se había convertido en un auténtico río.
Julia dormía junto a su esposo cuando, de repente, los gritos de su hijo Adán Moreno la despertaron abruptamente. El golpeteo de la lluvia en la lámina y el agua bajando con rapidez a un costado de su casa no le permitieron escuchar la tragedia que segundos antes había ocurrido.
Atónita y sin saber qué pasaba, Julia salió de su casa. Decenas de personas se habían amontonado alrededor; su hija y sus nietos subían y bajaban del cerro y su esposo Magdaleno Moreno García rápidamente se unió a ellos.
Julia no entendía, pero ya imaginaba lo que estarían a punto de confirmarle.
-¿Qué pasa?- preguntó a uno de sus nietos.
-¡Nada, abuelita!
-¿Los niños están bien?
-Sí, ahorita los bajan.
Pero transcurrieron los minutos y nadie bajaba. De repente, su esposo apareció. En sus brazos cargaba a uno de sus nietos, de entonces 7 años de edad; su cuerpo estaba cubierto de lodo, pero él aún respiraba.
- Mamá, ¡¿por qué a mí?!- cuestionó un quebrado Adán, empapado y con la ropa llena de barro.
- Hijo, ¿qué está pasando allá arriba?- le preguntó.
-Todos, mamá, todos se quedaron enterrados.
Julia tomó a su nieto y le limpió el lodo, antes de que se lo llevaran a un hospital, mientras los cuerpos de sus hermanitos y su madrastra eran desenterrados uno a uno.
Los dejan en el olvido
Este domingo se cumple un año de aquella tragedia. Los rosarios en memoria de los pequeños Cristopher, Kevin Enrique, Alexa, Jair, María Fernanda y de su madre Dora Isabel comenzaron el pasado viernes y terminarán el sábado; sin embargo, los rezos de Julia y su esposo aún continuarán, pero ahora para pedir ser escuchados por las autoridades municipales y estatales.
Tras el deslave, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se comprometió a otorgarles una casa a ella y a su hijo Adán, pues sus viviendas quedaron prácticamente inhabitables tras el golpe del alud.
A Adán le prometieron apoyarlo con cuatro meses de renta, en lo que se construía su nueva casa; sin embargo, al final solo fue apoyado con un mes de alquiler, mientras que Julia continuó viviendo en el lugar del derrumbe.
No fue sino hasta el 28 de mayo, nueve meses después, cuando les hicieron entrega de las casas; no obstante, estas no cuentan con los servicios básicos y tampoco les han entregado las escrituras o algún papel que acredite la propiedad del inmueble.
“Yo no puedo hacer trámites, porque me dicen que debo tener un papel donde conste que mi esposo es el propietario, pero no me dieron ningún papel. A Invivienda fui a pedirlo y me dieron un comprobante, pero fui a ver lo de mi credencial y me dijeron que no valía, ¿entonces qué puedo hacer?
“No podemos meter agua, no podemos meter la luz, no podemos meter el drenaje porque nos piden un papel… ¡ya no sé qué hacer!”, señaló la madre de Adán Moreno.
Debido a ello, su familia se ha visto obligada a acarrear agua por dos cuadras; sin embargo, apenas cuentan con un tambo de aproximadamente 200 litros para poder almacenar el líquido, pues la constructora les colocó en el techo un tinaco roto.
Ya son tres meses viviendo en condiciones insalubres y sus nietos han comenzado a enfermarse, por lo que pidió que elgobernador y el alcalde Ricardo Ahued Bardahuilintervengan en esta situación.