Xalapa | 2024-10-11
En la calle González Ortega, en el centro de Xalapa, hay una casa abandonada. Está muerta de tiempo. El silencio pesa. Un empedrado antiguo, banquetas estrechas y casas que parecen contener sus propios secretos detrás de puertas y ventanas cerradas en las casas vecinas.
Allí, el cuerpo de Víctor Muro, un cineasta especializado en iluminación que llegó de la Ciudad de México por trabajo, fue encontrado en circunstancias que estremecen: descuartizado. Y desde entonces, esa casa ya no es la misma. Esa calle ya no es la misma. Nada es lo mismo.
El crimen ha develado una verdad que los vecinos ya no pueden ignorar. La calle de González Ortega ya no es una calle segura, y quizá ya no lo fue desde hace mucho...
"Ya lo habíamos denunciado. Entraban por ahí para robar en nuestras casas. La policía nunca hizo nada", dijeron.
Los vecinos lo sabían. "Nos metemos temprano, cerramos las puertas y ya no salimos", comenta un vecino, su voz cargada de la resignación de quien ha aprendido a convivir con el miedo.
"¿Qué tan seguros estamos realmente?" El homicidio de Víctor Muro a manos de un ex colaborador del cineasta Tonatiuh García ha sacudido la tranquilidad aparente de la calle González Ortega.
Víctor, un iluminador que había llegado a Xalapa para trabajar en la grabación de un cortometraje, jamás imaginó que su vida terminaría en un lugar tan apartado de todo lo que conocía.
Estaba de paso. Fue encontrado días después, sus restos ocultos en una bolsa, en una casa que, pese a su abandono, había sido el escenario de múltiples advertencias ignoradas.
Los vecinos aseguran que los rondines policiales son escasos en la zona, por no decir inexistentes. "Se robaron tres coches en una sola noche, y nadie se dio cuenta hasta el día siguiente", narra una vecina, recordando el robo masivo que ocurrió en junio de 2024.
Los afectados se encontraron en la Fiscalía, donde compartieron una misma indignación: la impotencia frente a la desatención de las autoridades.
Los vecinos que aún habitan la calle, en su mayoría personas mayores, han visto cómo el entorno que alguna vez fue su refugio se transforma en un espacio peligroso.
"Antes nos conocíamos todos. Ahora, la mayoría de las casas están vacías, o las alquilan a gente de fuera. No sabemos quiénes son", comenta una vecina, resignada.
Lo que sucedió con Víctor Muro es más que un hecho aislado. Casas abandonadas, la falta de vigilancia y la indiferencia de las autoridades han convertido a ciertos barrios de Xalapa en terrenos fértiles para la inseguridad.
Los vecinos ya no se sienten seguros, pero tampoco tienen muchas opciones. Denunciar, como lo han hecho en tantas ocasiones, parece no cambiar nada. Ni autoridades estatales ni municipales tienen voluntad de cambiar la situación.
En el caso de la calle González Ortega, los habitante de la zona han visto pasar por su puerta a ladrones, delincuentes y personas que generan constante temor.
Algunas noches, cuentan por ejemplo, un hombre camina desnudo por la calle, acosando a las mujeres que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino.
El hallazgo de los restos de Víctor Muro debería haber sido el detonante para que las autoridades tomen acción. Sin embargo, hasta el momento, los vecinos no han visto cambios significativos.
Los restos de Víctor no fueron el principio, ni serán el final. Son solo una marca más en el historial de una calle que ya no se reconoce a sí misma.
Los residentes de esta zona del centro de Xalapa han aprendido a convivir con el temor, pero se preguntan hasta cuándo podrán seguir soportándolo. ¿Qué será necesario para que alguien escuche sus voces?...
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