Veracruz | 2021-04-10 | Cristian Pulido
El parque Zamora, en el corazón del Centro de la ciudad de Veracruz, se ha convertido últimamente en tierra de nadie, además de que el viernes fue escenario de atentados a la vida salvaje con la muerte de un Tlacuache, hoy es un lugar el que cualquiera hace lo que quiere.
Actualmente en el parque se pudieron contar 11 puestos que venden antojitos, frituras, botanas, helados, snacks y las famosas “chucherías”, además de dos puestos de inflables así como otros dos de trampolines. El problema no es que la gente se gane la vida aquí, sino las repercusiones que se crean en el parque.
Dos registros eléctricos sin tapa y al aire libre muestran un entramado de cables que de ahí emanan para proporcionar luz a los puestos, en uno de ellos se calcula hay más de 11 cables conectados.
Descuidos
Los cables entrelazados pasan por arriba hacia los puestos y solo se logra ver un solitario cable en el suelo cruzando uno de los pasillos que rodean al kiosco.
Por si fuera poco, en la parte trasera de dos puestos, se pueden ver colgados encima del pasto, mecates con ropa al Sol para secarse, pantalones y ropa de niños son parte del paisaje del parque, tal cual patio de paracaidistas.
Una edificación que antes era biblioteca y que sigue abierta sin puertas ni cristales, se logra ver en su interior hecho todo un chiquero, presto para algún delito de índole sexual o simplemente dormitorio temporal de indigentes para que defequen y orinen en su interior.
En este lugar ni los inspectores de comercio, ni policías ni limpia pública se logran ver.