Ciudad de México | 2024-04-05
Veracruz se encuentra amenazado, al igual que otros estados con fuerte presencia de grupos del narcotráfico, por el riesgo latente de drones, máquinas de guerra modernas que se han convertido en nueva arma de los cárteles en su búsqueda de dominio territorial.
Más allá de los daños materiales, es el miedo lo que realmente paraliza a la población.
El temor a convertirse en víctimas de un ataque sorpresa ha obligado a muchos a abandonar sus hogares en busca de refugio y seguridad.
Uno de los drones de ataque fue recuperado por los campesinos. Varias fuentes afirman que civiles armados lo habían derribado, aunque los medios locales informaron de que sufrió un fallo mecánico.
Los campesinos sacaron una tarjeta que contenía vídeos de los ataques. También reconstruyeron el dron de ataque, reveló Ioan Grillo.
Los campesinos también capturaron a un sicario de La Familia que quedó aislado de su escuadrón y estuvo vagando por las montañas durante una semana muriéndose de hambre.
¿Cuál será el costo humano de esta nueva escalada de violencia?
En 2021, el Cártel Jalisco Nueva Generación comenzó a utilizar dispositivos más sofisticados contra rivales y soldados en Michoacán. El año pasado, La Familia lanzó su campaña con drones que lanzaban bombas en Guerrero y desde entonces ha intensificado los ataques.
El destacado periodista Ioan Grillo documentó la campaña de drones en Guerrero tiene dos frentes: en las áridas montañas de La Tierra Caliente y en la Costa Grande, donde la presencia paramilitar es menor.
Tan sólo en Michoacán, en una región marcada por la violencia y la intranquilidad, el uso de estas temibles máquinas aéreas ha sumido a la población en un estado de miedo constante y desesperación.
Los cárteles del crimen organizado han intensificado el uso de estos drones armados, particularmente en estados como Guerrero y Michoacán.
Bombas improvisadas, camufladas en viejos extintores, caen en picada hacia sus objetivos, dejando a su paso destrucción y caos.
La estrategia es clara: sembrar el terror y el caos entre la población.
Los drones no discriminan: atacan a civiles inocentes y líderes comunitarios por igual.
Las imágenes de casas destrozadas y campos en llamas son el testimonio silencioso de una lucha despiadada por el control del territorio.