Ciudad de México | 2024-08-08
La vida tras las rejas puede ser una larga cadena de días monótonos, pero para Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México, esos días fueron un terreno fértil para idear un plan para tratar de conseguir un nuevo juicio.
Tras ser declarado culpable en Estados Unidos por cargos de narcotráfico, García Luna no se resignó a su destino.
Desde el interior del Centro de Detención Metropolitano (MDC) de Brooklyn, Nueva York, diseñó una estrategia para fabricar testimonios falsos que le permitieran conseguir un nuevo juicio. Pero lo que parecía un plan cuidadosamente hilado, pronto se desplomó.
El 7 de agosto, un documento firmado por el juez Brian Cogan, encargado del caso de García Luna, dejó claro que los esfuerzos del exfuncionario para torcer el destino no dieron resultado.
La defensa de García Luna había solicitado un nuevo juicio, pero sus argumentos se desmoronaron cuando se descubrió que, tras las rejas, el acusado había intentado sobornar a otros reclusos para crear pruebas falsas.
El plan era sencillo pero audaz: desde el MDC, García Luna buscó que los internos fabricaran declaraciones que apoyaran su moción para un nuevo juicio. Sus abogados, sin saberlo, presentaron estas pruebas ante el tribunal, creyendo en la veracidad de los testimonios. Sin embargo, todo era una farsa.
Mejía fue quien, bajo juramento, afirmó haber visto a ´El Tigre´ usando un celular de contrabando para comunicarse con su hermano y con Veytia, con el fin de coordinar sus testimonios antes del juicio de García Luna.
Esta declaración, presentada por la defensa del exfuncionario, parecía robustecer la versión sobre una conspiración del ex policía de Felipe Calderón.
Las autoridades estadounidenses, escépticas ante estas acusaciones, entrevistaron a ´El Tigre´, ´El Lobo´, y ´El Diablo´ por separado. Las respuestas fueron contundentes: ninguno de ellos había participado en la supuesta coordinación de testimonios. Las declaraciones de Mejía no solo carecían de fundamento, sino que estaban completamente fabricadas. La farsa de García Luna comenzaba a desmoronarse.
Pero el exsecretario de Seguridad Pública no se detuvo ahí. En un último intento desesperado, intentó sobornar a otros reclusos para que replicaran la historia de Mejía. Uno de ellos, conocido como Individuo 2, grabó en secreto una conversación con García Luna, en la que éste detallaba cómo debía construirse la historia falsa.
La oferta inicial era de 500 mil dólares, que luego ascendió finalmente a dos millones, si los reclusos aceptaban firmar una declaración jurada que sustentara la historia fabricada.
El plan era engañar no solo al tribunal, sino también al propio abogado de García Luna, César de Castro, quien desconocía las maniobras de su cliente.
El juez Cogan fue claro en su veredicto: la historia fabricada no solo era un intento burdo de manipulación, sino que también subrayaba la desesperación del acusado por revertir su condena.
Finalmente, la jugada de García Luna quedó al descubierto. Su solicitud de un nuevo juicio fue rechazada, y el tribunal fijó el 9 de octubre como la fecha para dictar sentencia definitiva.