Ciudad de México | 2023-10-03
El Pico de Orizaba, también conocido como Citlaltépetl, es un coloso de 5,636 metros y la montaña más alta de México. La tercera de Norteamérica, que desafía intrépidos aventureros a conquistar su cima.
¿Pero cuánto tiempo y qué desafíos aguardan a aquellos que se aventuran en su ascenso?
En la ruta de la cara norte, la aventura se teje entre hielos centenarios y paisajes lunares.
Una odisea de dos a tres días que comienza en el refugio de Piedra Grande, a 4,200 metros de altura.
El ascenso demanda resistencia y habilidades de montañismo, con el uso esencial de crampones en el glaciar.
El ritual inicia a medianoche, cuando las estrellas aún iluminan el cielo. El Laberinto, una sucesión de canaletas desafiantes, da la bienvenida a los valientes. El Glaciar de Jamapa, una alfombra de hielo centelleante, marca el camino hacia la cumbre. La aurora revela la magnitud del desafío mientras los escaladores zigzaguean hacia el cráter, testigo de un amanecer único.
Desde la cima, se despliegan ante los ojos vistas al Cofre del Perote al norte y las siluetas inconfundibles de La Malinche, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl al oeste.
La bajada, un regreso a la realidad, cierra este capítulo épico.
La ruta sur ofrece una perspectiva diferente de esta majestuosa montaña. En un viaje de dos a tres días, los aventureros emprenden su camino desde Atzinzintla hacia el Valle del Encuentro, a 4,000 metros de altura.
A través del arenal y la arista llamada El Espinazo, la expedición se dirige al cráter.
El amanecer revela el Golfo de México al este, el Cofre del Perote al norte y, al oeste, las siluetas icónicas de otras montañas. El descenso, una indulgencia en un largo arenal, agrega una dosis de esplendor a esta odisea.
Dos rutas, dos perspectivas, una montaña que despierta la pasión de los aventureros. El Pico de Orizaba aguarda, una cumbre que se alza como un desafío. ¿Estás listo para conquistar el cielo?