Oaxaca | 2024-09-07
El 7 de septiembre de 2017, a las 23:49 horas, un terremoto de magnitud 8.2 sacudió el sur de México, dejando profundas secuelas en los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
El epicentro, localizado en el golfo de Tehuantepec, generó una devastación masiva, afectando gravemente a Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, donde murieron 79 personas.
A siete años de este desastre, las familias zapotecas se preparan para conmemorar el aniversario luctuoso de la tragedia, una fecha que ha dejado cicatrices imborrables en la región.
Valeria Ruiz es una de las tantas personas que perdió a un ser querido esa fatídica noche. Su hijo menor, Máximo, de solo tres años, murió cuando el techo de su casa tradicional de tejabana colapsó sobre él. Desde entonces, Valeria celebra cada año el aniversario luctuoso de su hijo con una comida tradicional en su honor, donde familiares y amigos se reúnen para recordarlo.
"Estas fechas son difíciles, me imagino cómo sería ahora, con 10 años", comenta Valeria, quien encuentra fuerza en su hijo mayor para seguir adelante.
El sismo de 2017 fue el más fuerte registrado en México en casi un siglo, dejando más de 180 mil damnificados en Oaxaca y destruyendo al menos 64 mil viviendas.
La infraestructura educativa, sanitaria y cultural también sufrió grandes daños, afectando a escuelas, hospitales y monumentos históricos. Pese a los avances en la reconstrucción, las heridas emocionales siguen presentes para las familias que, como Valeria, perdieron a sus seres queridos.
El sismo dejó lecciones importantes sobre preparación y prevención. Las autoridades de Protección Civil han reforzado la cultura de la prevención, promoviendo simulacros de evacuación y planes familiares de emergencia.
La identificación de zonas seguras, la revisión de instalaciones y la preparación de mochilas de emergencia son medidas clave para mitigar los riesgos en futuras emergencias.