Orizaba | 2023-12-28
Personas de distintas nacionales que pertenecen a la caravana migrante "Latinoamericana Unida" volvieron a caminar con sandalias, maletas y cargando a sus hijos y hermanos con la firme esperanza de lograr una mejor vida.
Las historias que siguen conociéndose son conmovedoras; solo así se puede saber lo que sienten, piensan y lo que los motiva a seguir en esta travesía que iniciaron el 30 de octubre en la zona fronteriza de Tapachula, Chiapas, con Guatemala.
A pesar de que son escoltados por Guardia Nacional, Seguridad Pública, Protección Civil y los municipios en los que duermen, además de la atención médica, aseguran son reprimidos al no permitirles abordar transportes, pues ya están cansados por 58 días caminando.
Tan dolorosa fue su partida de Honduras como haber dejado a una de sus tres hijos para buscar una mejor vida; Jenifer Pérez reveló los motivos que la tienen hoy cruzando Veracruz.
"Cuando estuvieron los huracanes en Honduras perdí todo, mi casa; me tocó alquilar, tengo mis tres niños. Uno como madre quisiera darles todo pero no se puede, por eso decidimos migrar, ha sido muy difícil.
"Me duele haber dejado a mi bebé de 10 años en Honduras, no tengo trabajo para enviarle dinero, este año no la podré mandar a la escuela porque no tengo los recursos, me duele en el alma".
Por su parte Mario, originario de San Pedro Sula, describió lo difícil que es dejar a su familia, pero más complicado permanecer en medio de las disputas de pandillas que controlan la venta de droga, además del cobro de piso que cada 15 días deben pagar.
"Ya está muy feo, todo es un negocio, te cobran la cuota y tienes que estar pagando cada 15 días unos dos mil a tres mil lempiras. Ya estamos cansados, por eso me fui de mi país".
Acompañado de su sobrino se aventuran a buscar llegar a Estados Unidos; cuestionado sobre si existe el miedo, dijo que este es mayor estando en Honduras.
A unos kilómetros de dejar Veracruz, los centroamericanos se muestran agradecidos por la hospitalidad de las personas que les dan comida, ayuda que recibieron de grupos de la iglesia, autoridades municipales e iniciativa privada.
La travesía continuará; esperan que al llegar a Puebla encuentren a más personas con un buen corazón. Saben que, al llegar a la frontera norte, la situación se tornará difícil.