Veracruz | 2021-08-14 | Francisco J. Ávila Camberos
Hay un dilema que se está presentando en México:
¿Iniciarán las clases presenciales el próximo 30 de agosto, llueva, truene o relampaguee, como lo anunció el presidente de la República?
¿O conviene ser más prudentes y esperar a que la ola de contagios disminuya, para no exponer innecesariamente al COVID a los alumnos, maestros y padres de familia?.
Me parece que la intensa movilidad que originaría el regreso a clases pudiera acelerar peligrosamente los contagios.
Estoy consciente que nos urge reactivar la economía y también de lograr que los alumnos ya no se atrasen más en su formación.
Sin embargo, el riesgo que corremos con un regreso a clases precipitado, cuando la ola de contagios va al alza y varios estados del país están en semáforo rojo, será algo que tanto las autoridades educativas como los padres de familia deberán evaluar con toda prudencia, serenidad y objetividad.
Si a estas alturas ya existen hospitales saturados por enfermos de COVID; que no pueden recibir a más pacientes, resultaría catastrófico que el número de contagios se disparara por precipitar el regreso a clases.
Cierto es que en algunas escuelas pueden implementarse protocolos de prevención e higiene más rigurosos para evitar los contagios. Cierto también es que hay alumnos que llegan a las escuelas en el automóvil familiar, el cual puede desinfectarse, pero:
¿Qué pasará con quienes llegan en autobuses del servicio urbano o en taxis, donde difícilmente puede implementarse la sana distancia y además hay pasajeros que irresponsablemente viajan sin cubrebocas?
Si hace falta posponer el regreso a clases, podría mejorarse mientras tanto la enseñanza a distancia y de ser necesario implementar un curso intensivo de actualización para cuando pase la epidemia, subsanando así las lagunas de información que seguramente tendrán los alumnos.
Incluso, podrían reducirse tantos periodos vacacionales que hay en cada ciclo escolar, para recuperar en los próximos años todo el tiempo perdido.
Cuando hay vida, siempre hay esperanza.
Pero si por acelerar el regreso a clases, se dispara la epidemia, quienes desafortunadamente fallezcan por el COVID, ya no tendrán esperanza alguna de aprender, de superarse, ni tampoco de recuperar el tiempo perdido.
Menuda responsabilidad recae sobre las autoridades educativas y también sobre los padres de familia respecto a la decisión que deberán tomar próximamente.
Ojalá y todos ayudemos a evitar la propagación de la epidemia actuando responsablemente, siguiendo los protocolos de higiene, pero sobre todo: cuidándonos mucho y no exponiéndonos innecesariamente a ser contagiados.
Ayer viernes se contabilizaron casi 23,000 nuevos casos en un solo día. Esto es verdaderamente grave.
Actuemos todos con verdadera sensatez y prudencia.
No les parece a ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.